Reformas tributarias, paños de agua tibia

El déficit fiscal en Colombia se ha casi duplicado desde 2019, lo que conlleva graves consecuencias sociales, económicas y de desarrollo para el país. Los impuestos en Colombia son el rubro más importante de los ingresos relacionados con el presupuesto general de la nación, para 2024 representaron el 62.7% de ellos; sin un recaudo adecuado se compromete la financiación de los programas esenciales del Estado como educación, salud e infraestructura, entre otros.

Desde el año 1990 hasta el año 2022 se han realizado 22 reformas tributarias, leyes de financiamiento o como se quieran denominar, es decir que se hace una en promedio cada año y medio, así seguirá siendo en el futuro, si en realidad no se hacen los cambios pertinentes y definitivos. Lo que se ha hecho hasta el momento son reformas ligeras para solucionar problemas coyunturales de liquidez de los gobiernos, tal como se va a proponer próximamente.

A menudo escuchamos a políticos, congresistas, analistas indicar que debe hacerse una reforma tributaria estructural, pero se queda en eso, no se va más allá. Así mismo se resalta que nuestro país es de los que más impuestos cobra, que ya no hay más campo, sin embargo, esto no es cierto, cuando se miran las cifras de recaudo a nivel mundial en promedio recaudamos cerca del 14.4% del PIB sin incluir la seguridad social, muy por debajo de países como Chile 19.7%, Chipre 23.2%, Sudáfrica 25.2%, el promedio de la Ocde está por encima del 25%.

Este bajo recaudo es insuficiente para cubrir las necesidades que está teniendo el país. Es conocido que a raíz de la pandemia, el gasto aumentó significativamente debido al mayor endeudamiento y al costo del fondo de estabilización de los combustibles, esto implica que el déficit cada vez sea mayor y el endeudamiento sea una alternativa muy riesgosa.

El sistema tributario colombiano es muy complejo y no cumple con principios básicos:
• Equidad: contribuyentes en condiciones similares deberían tributar lo mismo, lo cual no sucede.
• Progresividad: quienes tienen mayor capacidad económica deben contribuir proporcionalmente más, lo cual no sucede en Colombia; adicionalmente, el sistema no redistribuye ingresos. El coeficiente de Gini antes y después de impuestos se reduce apenas dos puntos, siendo uno de los más altos del mundo, mientras que en países OCDE baja entre 15 y 20 puntos.
• Eficiencia: el recaudo presenta altos costos administrativos y genera distorsiones económicas.

El principal problema del bajo recaudo de Colombia es el gasto tributario GT es decir los beneficios que se otorgan a algunos contribuyentes mediante rentas exentas, ingresos no constitutivos de renta ni ganancia ocasional, descuentos tributarios y deducciones fiscales especiales, el segundo problema es el de la evasión y el contrabando.

El GT se denomina de esta forma por cuanto es el equivalente al gasto público implementado a través del sistema tributario. Cuando se diseñan adecuadamente, los GT pueden favorecer el crecimiento económico y mejorar el bienestar. Sin embargo, los GT frecuentemente tienen un costo significativo de ingresos fiscales y también pueden plantear problemas distributivos y crear distorsiones, como en efecto sucede en nuestro país.

Aun cuando se estudian los gastos tributarios de manera aislada, las cifras que estiman los ingresos dejados de percibir por el Estado resultan insuficientes para comprender en su totalidad el impacto de estas. Dichas estimaciones, aunque útiles como punto de partida, no reflejan por sí mismos los efectos económicos, sociales y fiscales que producen cada beneficio.