Un héroe silencioso

En Colombia hay un héroe que no lleva capa, ni máscaras, ni aparece en portadas de revista. No vuela, no tiene superpoderes, ni persigue a los malos, pero está en todas partes. Trabaja sin descanso, crea oportunidades, produce riqueza y sostiene al país con dedicación y sin exigir reconocimiento. Es un héroe silencioso que se llama Empresa.

Este héroe genera más de 10 millones de empleos formales, según la Gran Encuesta Integrada de Hogares del Dane, paga más de $267 billones en impuestos al año (Dian), de los cuales $226 billones provienen de tributos internos, como renta, IVA y retenciones.

Con eso los gobiernos financian escuelas, hospitales, carreteras, subsidios, cultura y ciencia. Sin su esfuerzo, el Estado simplemente no podría funcionar.

Ese salvador de la patria está en la panadería del barrio, en la tienda de la esquina, en la finca que produce café, flores y frutas para el mundo, en la tecnológica que innova, en la industria que transforma, en las materias primas que requieren las cadenas productivas de valor. Es grande, pequeña y mediana. Es formal. Y, sobre todo, es esencial.

En silencio, Empresa impulsa el crecimiento económico, fortalece las exportaciones, mejora la competitividad, contribuye a su entorno e innova.

Aporta más de 85% del recaudo nacional. Y aun cuando el panorama es incierto -por reformas, inflación, inseguridad o tensiones internacionales- se adapta, resiste y sigue.

Pero como todo héroe, Empresa tiene su debilidad. Su criptonita es la desconfianza, la sobrerregulación, la incertidumbre jurídica, los mensajes que la estigmatizan o las decisiones que castigan la producción.

Cada vez que esta criptonita aparece, Empresa se debilita, aplaza inversiones, reduce su capacidad de crear empleo, pierde competitividad, pone en riesgo lo construido, reduce el dinamismo y quita viabilidad a un tejido vital que construye país.

Y eso duele, porque sin las empresas no hay trabajo formal, ni ingresos fiscales sostenibles, ni desarrollo territorial. No hay movilidad social, ni innovación, ni bienestar colectivo, se dificulta la equidad, la inclusión y se aplaza la justicia social.

Ante las dificultades Empresa se fortalece y evoluciona, se reinventa, compiten no solo por utilidades, sino por impacto, adopta prácticas de sostenibilidad ambiental, promueve la equidad de género, capacita talento joven, integra a las regiones históricamente excluidas, digitaliza procesos, promueve la economía circular y apoya a las comunidades.

Colombia necesita proteger a su héroe. No para darle privilegios, sino para asegurar condiciones que le permitan seguir aportando.

Reglas claras, estabilidad jurídica, diálogo constructivo, incentivos bien diseñados y menos barreras para producir.

Eso es lo que necesita el motor silencioso del desarrollo para seguir andando. El éxito empresarial ya no se mide solo en cifras, sino en cómo transforma vidas, cierra brechas y contribuye al país. Y lo hace sin ruido, todos los días.

El país debe defender a su héroe silencioso, porque sin Empresa, este cuento no tiene un final feliz y con ella -protegida, valorada y fortalecida- el futuro puede ser mucho mejor de lo que imaginamos.