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Las empresas de minería y metales se enfrentan a una variedad cada vez mayor de desafíos, desde mercados volátiles y una competencia más dura hasta el cumplimiento normativo y la descarbonización.
Se estima que la generación de energía renovable en los próximos 2 años apenas cubra la energía adicional que se requiera
Los últimos acontecimientos que se han presentado en el mundo como la pandemia y más recientemente la invasión de Rusia a Ucrania, han puesto en evidencia que la seguridad energética global es aún muy vulnerable y que la necesidad del uso del carbón como principal fuente de generación de energía es, y seguirá siendo, una realidad ahora y por varios años.
Si bien parte del mundo camina a pasos acelerados hacia una transformación de la matriz energética, en donde la participación de energías renovables es cada vez mayor, los retos que supone reemplazar el uso del carbón son enormes: primero, se estima que la generación de energía renovable en los próximos 2 años apenas cubra la energía adicional que se requiera, es decir, no aportaría en nada a las necesidades actuales en donde el carbón aporta más de un tercio de la generación eléctrica global; segundo, el desbalance energético que experimentó Europa en el segundo semestre de 2021, donde irónicamente hubo necesidad de encender las plantas térmicas para iluminar la cumbre de Glasgow, demostró que falta mucho camino por recorrer en cuanto a confiabilidad de las energías renovables.
No en vano los países asiáticos propusieron un cambio en la redacción de los compromisos de Glasgow frente al carbón en donde se pasó del “phase out” al “phase down” para lo que India y China tuvieron que recordar, en voz alta, que para el desarrollo de los países europeos del siglo XIX y XX se utilizaron toneladas de carbón.
Afortunadamente, esta realidad no va en contra de los compromisos que cada vez más países y empresas asumen de cara al cambio climático. Estados Unidos ha sido pionero en la utilización de tecnologías de captura de carbono para las plantas térmicas alimentadas con carbón y lo siguen los países del norte de Europa, China, Australia entre otros y, seguramente, después de la inestabilidad energética ocasionada por el conflicto actual, serán cada vez más comunes en el mundo entero.
En cuanto al carbón coque la situación no es diferente. Los sustitutos de este mineral aún no aparecen con claridad en el mercado, mientras que la industria metalúrgica tan creciente como la energética, seguirá demandando grandes cantidades de coque para su desarrollo. Según la Agencia Internacional de Energía la demanda no solo será creciente sino además provendrá de todas las latitudes del mundo por cuenta, entre otros, del desarrollo de energía eólica que demanda grandes cantidades de acero.
La realidad revela un escenario para el carbón y el coque mucho más optimista que el que se vende en la discusión pública en donde su demanda y protagonismo harán parte de los compromisos climáticos y el desarrollo mundial. No podemos desconocer que para el país, esta realidad se traduce en oportunidades toda vez que Colombia es el país con mayores reservas de carbón en Latinoamérica y, en los últimos 30 años, la producción de carbón y coque se han traducido en la reducción de 27 puntos porcentuales en las necesidades básicas insatisfechas en sus municipios (de 53% en 1993 a 26% en 2018) por cuenta del empleo, encadenamientos productivos y el pago de impuestos y regalías, entre otros.
Colombia tiene el potencial para convertir la riqueza del subsuelo en oportunidades para el territorio. La discusión entonces, no se debe centrar en el uso de combustibles fósiles sino en las emisiones que emiten los procesos productivos, es allí donde tendremos que avanzar con mayor determinación.
El mundo más verde que todos queremos requiere de más minerales incluido el carbón. Por eso desde la Asociación avanzamos en cómo producir los distintos minerales de manera sostenible y para ello, hemos promovido la adopción del Estándar de Minería Sostenible - TSM, un sistema de autorregulación estricto liderado por Canadá e implementado por 9 países con tradición minera como Australia, Noruega y Finlandia entre otros.
El rebote del PIB minero durante 2021 fue de 8,2%. la extracción de carbón, por su parte, tuvo un crecimiento de 63,1% durante este lapso y representó 56,1% del PIB de ese sector
Aun así se benefician las cuentas externas del país, la caja del Gobierno y las comunidades que reciben regalías por la explotación de este producto.
La Asociación Internacional de Energía pronosticó que la senda de crecimiento continuará para 2024, excepto para EE.UU. e Indonesia