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El gobierno dedicó muchos esfuerzos al comienzo a la elaboración y aprobación del Plan Nacional de desarrollo y a la Ley de Financiamiento, pero menos esfuerzos a las reformas estructurales que se necesitan
El presidente Duque completa casi 17 meses de Gobierno, en los que han pasado muchas cosas tanto en la economía global como en la economía regional.
El mundo se puso más complejo para todos en términos económicos por el aumento de las tensiones comerciales de Estados Unidos con China, Europa, sus vecinos y algunos países más lejanos. Tensiones que ya afectaron negativamente los flujos de comercio, los precios de algunos bienes y el crecimiento del mundo. Este y otros temas de la economía real afectaron los mercados financieros generando grandes volatilidades tantos en los mercados de acciones, como los de deuda y los de monedas a nivel global.
Colombia no ha sido ajena a nada de esto pero se enfrentó bien a este mundo más complejo y logró consolidar una recuperación económica ordenada y gradual. El dinamismo del consumo privado ha sido el protagonista de la recuperación. Las familias aumentaron el gasto en todo tipo de bienes, gracias a una combinación de mayores ingresos laborales y de remesas del exterior, cambios en las tendencias, hábitos y lugares de compra y aumento en el endeudamiento, entre otros. Sin embargo, es difícil compaginar esta mejora en el consumo de las familias con el deterioro en el mercado laboral, que muestra pérdidas de empleos y bajas en la tasa de participación laboral.
En este casi año y medio se han dado mejoras, con matices, en la inversión. Las empresas han tomado y ejecutado decisiones de inversión que tenían pendientes hace varios años por el choque negativo que experimentó la economía desde mediados de 2014. Los elevados usos de la capacidad instalada daban muestra de ello hace meses y se ha logrado consolidar la ejecución de dichos planes gradualmente. Sin embargo, hay que verlo con matices porque las decisiones de inversión no son aún generalizadas y se concentran en algunos sectores como el transporte, por ejemplo.
Pero el matiz más fuerte que se debe hacer es en el sector de edificaciones donde aún no se logra darle vuelta a la página y se mantiene el proceso de desaceleración. Medidas como la eliminación de subsidios para las viviendas de clase media y la imposición del impuesto al consumo a la venta de inmuebles de todo tipo pudo contribuir a la ralentización de la recuperación. Sin perder de vista la incertidumbre que se mantiene en el plan de ordenamiento territorial de una ciudad tan importante para el sector como Bogotá.
Así mismo, Colombia no ha sido ajeno a la desaceleración del crecimiento mundial. Las exportaciones no han logrado consolidar una mejora estructural. Las tradicionales experimentaron la volatilidad de sus precios, pero también temas de producción y las no tradicionales no lograron encontrar suficientes mercados a pesar de la ventaja competitiva que les imprimió la devaluación del peso colombiano. Nos queda aún una tarea pendiente de búsqueda de productos que sean atractivos para el comprador externo y que vaya acompañada de mejoras en logística y tarifas de transporte interno, principalmente.
El gobierno del presidente Duque dedicó muchos esfuerzos al comienzo de su período a la elaboración y aprobación del Plan Nacional de desarrollo y a la Ley de Financiamiento pero menos esfuerzos a las reformas estructurales que necesita el país en temas claves para el desempeño macro y los indicadores sociales, como la reforma pensional y una reforma tributaria estructural. Así las cosas, la recuperación que estamos viendo no es suficiente y se deben hacer cambios estructurales que nos permitan crecer más.
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