Cifras para crecer y aprovechar

Directora del Dane

Cuando me preguntan por la cifra del Censo Económico Nacional Urbano que más me ha sorprendido, no recurro a un número aislado. Después de treinta y cuatro años sin un ejercicio estadístico de esta magnitud, lo más sorprendente es la oportunidad histórica que tenemos de examinar el tejido productivo y empresarial del país con un nivel de detalle y rigor que Colombia no tenía.

Un rápido vistazo a los resultados preliminares de esta operación evidencia algo fundamental: que la energía productiva de la economía urbana está hecha de millones de colombianos y colombianas que emprenden, producen e innovan en todos los territorios, independientemente del tamaño del municipio y de lo distantes que estén de su capital, realidad que antes veíamos de manera parcial y que hoy podemos observar con mayor claridad.

Esta revelación no corresponde a un segmento marginal de la economía urbana, por el contrario, es parte central de su rostro real. Allí se sostienen millones de hogares, se generan ingresos, se organizan redes de abastecimiento y se construyen trayectorias empresariales que comienzan muchas veces con un puesto en el espacio público, una cocina adaptada o un local minúsculo en un barrio periférico.

Al censar estos negocios, formales o informales, reconocemos que las unidades de venta en calle representan el 10,92 % de la economía urbana que produce valor y que debe ser considerada en la planificación, la política pública y las decisiones de inversión.

Esa nueva claridad, por mencionar una, no es casual; es el resultado de una operación realizada completamente por el Dane y que deja instalada una capacidad que el país no tenía: dispositivos móviles, validación en tiempo real y una arquitectura tecnológica capaz de procesar millones de registros con trazabilidad y seguridad.

También es fruto de un talento humano fortalecido que le debe asegurar al país que no vuelvan a pasar otras tres décadas sin un Censo Económico. Hoy, también contamos con el Ciclo Censal establecido por la Ley 2335 de Estadísticas Oficiales que incluye, en los próximos años, el Censo Agropecuario, de Población y Vivienda, y Minero.

Las cifras no son un inventario para archivar, sino una herramienta para decidir. Actualizan el marco de las encuestas económicas, alimentan la renovación de las Cuentas Nacionales y permiten comenzar a medir con mayor precisión y rigurosidad variables como productividad, empleo, costos, ingresos y niveles de formalidad a escala municipal y departamental.

Para los empresarios y gremios, significa conocer con mayor detalle dónde están los sectores dinámicos, qué tipos de unidades económicas predominan en cada territorio y cómo se organiza realmente el aparato productivo urbano. Para las autoridades locales, implica contar con información desagregada que orienta la inversión pública y permite diseñar políticas que reconozcan la Economía Popular como un actor clave.

Colombia avanza hacia una infraestructura estadística capaz de ofrecer una lectura integral de su economía comparable con otros países, al seguir altos estándares internacionales basados en el Modelo Genérico de Procesos Estadísticos de la ONU.

El gran desafío, ahora, es consolidar una verdadera cultura estadística y que ciudadanos, empresas y gobiernos locales incorporen esta información en su quehacer cotidiano, una tarea colectiva que apenas comienza.