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Se refirió a temas trascendentales como la reforma tributaria, el comercio internacional, la deuda externa y el desarrollo productivo
Sobre las 3:00 p.m. de este domingo, Gustavo Petro juró y se posesionó como el Presidente de la República. A las 4:30 p.m., el mandatario se dirigió a los más de 1.000 asistentes al evento y describió su llegada al poder como un recorrido de toda una existencia. “Las manos humildes del obrero, aquí están las campesinas y las que barren las calles. Aquí están los corazones del trabajo, las ilusiones de quien sufre, aquí están las mujeres trabajadoras que me han abrazado cuando decaigo, cuando me siento débil, el amor al pueblo, a la gente que sufre excluida, es el que me tiene aquí”.
Primero, aseguró que es hora de una nueva convención internacional que acepte que la guerra contra las drogas ha fracasado y que ha dejado un millón de latinoamericanos asesinados durante 40 años y 70.000 norteamericanos muertos por sobredosis cada año.
Respecto a la creación de riqueza y su distribución, mencionó que “proponemos una economía basada en la producción, el trabajo y el conocimiento. Y es por ello por lo que proponemos una reforma tributaria que genere justicia. El llevar una parte de la riqueza de las personas que más tienen y más ganan para abrirle las puertas de la educación a toda la niñez y la juventud no debe ser mirado como un castigo o un sacrificio”.
Además, resaltó que esto es simplemente el pago solidario que alguien afortunado hace a una sociedad que le permite y le garantiza la fortuna. “Si somos capaces de llevar una parte de la riqueza que se crea, a los niños y niñas desnutridas a través de algo tan simple como pagar los impuestos de ley, seremos más justos y estaremos más en paz”, mencionó.
En cuanto al comercio internacional destacó el hecho de que “el mundo hoy aprende la importancia de la soberanía alimentaria, siendo esta la garantía que toda sociedad debe tener para consumir sus nutrientes indispensables. Colombia es un país que debe y puede gozar de soberanía alimentaria para lograr el hambre cero. Una misión del Estado con todo el sector privado que quiera unirse debe garantizar la plena alimentación sana de toda la sociedad colombiana y lograr excedentes de exportación”.
Para el presidente, el Estado tendrá que brindar riegos, créditos, técnicas, semillas mejoradas, protección, el campesinado y la empresa privada puede brindar el trabajo y el empeño cotidiano para lograr que nuestros campos vuelvan a producir los alimentos que necesita nuestro pueblo.
Uno de los puntos que más atención se ha llevado es el anunció de que todos los bienes en extinción de dominio de la Sociedad de Activos Especiales (SAE) pasarán a ser la base de una nueva economía productiva administrada por las organizaciones campesinas, por las cooperativas urbanas de jóvenes productivos y por las asociaciones populares femeninas.
Transición energética
Analistas y mercado estaban atentos de las palabras del mandatario sobre la política energética y acá destacó la disposición de su Gobierno para transitar a una economía sin carbón y sin petróleo. “No somos nosotros los que emitimos los gases efecto invernadero. Son los ricos del mundo quienes lo hacen, acercando al ser humano a su extinción, pero nosotros si tenemos la mayor esponja de absorción de estos gases después de los océanos: la selva amazónica”.
Es por esto que el Presidente alejó su discurso de lo que sería el freno de la producción extractivista y propuso al Fondo Monetario Internacional (FMI) cambiar deuda externa por gastos internos para salvar y recuperar nuestras selvas, bosques y humedales. “Si el FMI ayuda tendremos una nueva economía próspera y una nueva vida para la humanidad. Se acabaron los “no se puede” y los “siempre fue así”. Hoy empieza la Colombia de lo posible. Hoy empieza nuestra segunda oportunidad”, dijo.
Durante su discurso, Petro también anunció que Colombia hará énfasis internacional en alcanzar los acuerdos más ambiciosos posibles para frenar el cambio climático y defender la paz mundial. Además, se prevé que busque mayores alianzas con África, los pueblos afros en américa con el fin de que San Andrés sea un centro de salud, cultural y educativo del Caribe antillano.
“De allí saldrán todos los embajadores y embajadoras de Colombia para las Antillas. Buscaremos una alianza con el mundo árabe en el camino de transitar hacia las nuevas economías descarbonizadas. Buscaremos juntar nuestra Buenaventura y nuestro Tumaco con el este asiático rico y productivo”, destacó.
Cerca del final de su pronunciamiento mencionó un decálogo que pretende ser la guía de su Gobierno. Entre los principales puntos destaca el diálogo al asegurar: “Este será un gobierno de puertas abiertas para todo aquel que quiera dialogar sobre los problemas de Colombia. Vamos a construir un gran acuerdo nacional para fijar la hoja de ruta de la Colombia”.
Se comprometió a cuidar el suelo y subsuelo, mares y ríos, aire y cielo. “No voy a permitir que la avaricia de unos pocos ponga en riesgo nuestra biodiversidad. Vamos a enfrentar la deforestación descontrolada de nuestros bosques e impulsar el desarrollo de energías renovables en todo el territorio nacional”, aclaró.
A su vez, expuso su pretensión de llegar a una nueva cobertura legal para hacer sostenible, justo e igualitario el desarrollo que se va a dar en los próximos años.
Finalmente, dijo que desarrollaría la industria nacional, la economía popular y el campo colombiano. “Sin distinciones ni preferencias. Vamos a acompañar y apoyar a todo aquel se esfuerza por Colombia. Necesitamos de todos y todas para crecer y redistribuir riqueza. La ciencia, la cultura y el conocimiento es el combustible del siglo XXI. Vamos a desarrollar la sociedad del conocimiento y la tecnología”, concluyó.
El mandatario prometió hacer públicas las agendas de los funcionarios y dijo que solicitará a los congresistas seguir este lineamiento
Tal vez lo más importante es que la próxima administración mantenga la disposición de diálogo, ese tono conciliador, ese propósito de llegar a consensos y consolidar el camino de crecimiento económico
La pérdida de confianza conduce a una situación muy grave: la deslegitimación del Estado y la pérdida de autoridad. Si los jóvenes no creen en las instituciones, ¿qué sociedad nos espera?