La firma coreana Kia demostró cómo renovar un auto sin alterar su ADN

Las casi un millón de unidades del modelo Soul que Kia ha vendido en el mundo desde finales de 2008, cuando salió al mercado este vehículo de rasgos estéticos poco comunes, fueron suficiente demostración de éxito para el fabricante coreano, que decidió comercializar una segunda generación de este auto.

El reto no fue fácil, pues para los directivos de Kia la transformación del modelo Soul no podía abortar esa imagen que la ha hecho tan exitosa comercialmente. En este sentido, el objetivo planteado se centró en mejorar las actuales prestaciones del vehículo y modernizar su diseño sin perder su esencia o alterar su ADN.

El resultado de la transformación demuestra que alcanzaron la meta. La estética del nuevo Soul permaneció intacta a pesar de que se incorporó una parrilla con entrada de aire más amplia y las luces exploradoras se acercaron a esa sección del frontal del vehículo. Los faros también se modificaron levemente llevándolos más hacia atrás de la carrocería, es decir, se ven más alargados.

La carrocería ganó espacio y eso también se nota desde su exterior. El nuevo Soul es 20 milímetros más largo (4.140 milímetros en total), 15 milímetros más ancho (1.800 milímetros) y 10 milímetros más bajo (por debajo de 1.600 milímetros con ruedas de 16 pulgadas).

Una de las ampliaciones claves hechas en este vehículo fue en la distancia entre ejes, lo que garantiza también más espacio para los pasajeros dentro del habitáculo. En este sentido, el área de la cabeza de los pasajeros aumentó en seis milímetros y para los hombros hasta siete milímetros. Otro factor que aumenta la comodidad de quienes van dentro del nuevo Soul es el incremento del tamaño de los cojines de los asientos, así como de la capacidad del maletero en 4% (354 litros) y su apertura, ahora más ancha en 64 milímetros.

El modelo mantiene el mismo motor 1,6 litros de la generación anterior, pero se monta sobre una nueva plataforma que aumentó la rigidez torsional en 29%.