Cuando se arrepiente de lo que publica en Internet

La más reciente en aprender la lección fue la actriz Nicolette Van Dam, embajadora de buena voluntad de la Unicef. En medio del Mundial de fútbol decidió que era divertido presentar un foto retocada de dos ídolos de fútbol en Colombia, James Rodríguez y Falcao García, como si estuvieran aspirando una línea de coca en pleno campo de juego.

Y lo que pudiera haber dicho para unos pocos, sin consecuencias quizás, se le convirtió en un incidente internacional, con la intervención de la cancillería colombiana que hizo que la entidad que promueve la igualdad y los derechos humanos en el mundo la relevara de su cargo. Ni sus disculpas en Twitter valieron.

Un mal trino, post o una foto inconveniente, no son cuestión de un mal día. Los hay "en caliente", con rabia y apasionamiento; o deliberados, con intención de hacer daño. También los hay, y muchos, en los que faltó pensar antes de escribir.

A esto no escapan ni empresarios, y menos políticos o actores, considerados como influyentes. En febrero de 2013, el anuncio de que Fernando Gómez Franco asumiría la presidencia de la Empresa de Energía de Bogotá (EEB) tuvo un impacto positivo en la Bolsa de Valores de Colombia.

Abogado de la Universidad Santo Tomás de Bucaramanga, especializado en Derecho Minero Energético de la Universidad Externado de Colombia, era el candidato idóneo.

Un par de días antes había trinado: "Amanecí con ganas de emborracharme pero me dura como dos horas y no hay con quien". Las palabras de grueso calibre estaban dentro de otros mensajes de una cuenta de la que ya no queda rastro, pero cuyas menciones en Twitter y Google siguen indexando para recordarle al dueño que su palabra es eterna.

Ya posesionado y con el escándalo a cuestas, emitió un comunicado en el que indicó:"Quiero informar que no he tenido ningún acto personal que me impida ejercer el cargo; sin embargo, he decidido no aceptarlo con el fin de evitar que el Grupo Energía de Bogotá y la ciudad se vean afectados de alguna manera en su imagen y resultados producto de la información publicada en los medios de comunicación", como se consignó en el diario La República, en febrero de 2013.

"La credibilidad es la más vulnerada cuando se trina en caliente sin confirmar veracidad o sin pensar en las implicaciones de un comentario", indica Víctor Solano, consultor en comunicación estratégica. En el caso de las figuras públicas, este tipo de incidentes les serán recordados toda la vida. "En internet, precisamente, queda todo el prontuario".

Para Mauricio Jaramillo, periodista de Tecnología, hay quienes no "entienden el verdadero peso de lo digital". Si usted grita una grosería en la calle, quizás el impacto sea para unos pocos, los que ven la acción. No obstante, ponerla en 140 caracteres es replicarla a una escala en la que tal vez no haya control de lo que pueda suceder.

Un RT, o retuit, como se conoce en la jerga de la red de microblogging, Twitter, hace que en segundos lo que usted consideró como un chispazo se convierta en una pesadilla que decenas de personas replican. Borrarlo no resuelve el haberlo publicado, y asumirlo y pedir excusas, que es el "deber ser" ante estas situaciones, no alivia el sentimiento de culpa que lo acompaña.

Los arrepentidos

¿Arrepentido? Sí. La mitad (49%) de los jóvenes consultados en un estudio de McAffee (ahora de propiedad de Intel Security) ha lamentado algo que han publicado en línea.

En la investigación La pantalla y los adolescentes en 2014: exploración de la privacidad en línea, las redes sociales y el ciberacoso, se da cuenta de cómo cada vez más el comportamiento de los jóvenes en internet los está afectando en sus vidas, cuando están "offline".

Hay quienes parecen de una manera en persona y en redes se convierten en otra, aunque en la red se "refleja la verdadera personalidad".

¿Moderse la lengua?

"Cuando se es un influenciador o un referente hay que renunciar a opinar de asuntos personales", precisa Juan Carlos Mejía Llano, autor de La guía del Community Manager.

En su cátedra sobre reputación es usual que presente casos en los que algunas personas han tenido que renunciar por un trino desafortunado.

Porque claro, un concepto expresado, solo porque es expresado de afán, no necesariamente puede entrar en la categoría de ofensa o delito. Hay planteamientos que en teoría deberían ser debatibles. Evaluar consecuencias se impone. "Y que la interpretación que se pueda derivar de lo que escribe tenga respaldo", afirma.

Aunque pueden sonar las alarmas, la autorregulación sería más efectiva. "No todo lo que pienso necesariamente debe ser expresado en redes".

Igual que en la vida real. Por eso los especialistas hablan de políticas de comportamiento en redes sociales, o "parámetros" que deben incluso quedar consignados en contratos de trabajo.

Porque cuando se habla en internet, todo puede ser susceptible de ser replicado, magnificado y hasta distorsionado.