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En un boletín el Emisor explicó que el principal componente de las reservas internacionales del país es el portafolio de inversión, con 95,94% del total (US$44.834,62 millones). Cerca de 98% del mismo está invertido en papeles emitidos por gobiernos o entidades relacionadas con esto, donde la mayor participación la tiene el pasivo de corto plazo.
Con respecto a su rentabilidad el Banco Central indicó que el acumulado entre 2005 y 2014 fue de US$3.745 millones, una cifra importante si se considera que el perfil de riesgo ha sido tradicionalmente conservador.
Uno de los factores de los cuales depende dicho rendimiento son las tasas de cambio, dado que las reservas se valoran en dólares estadounidenses. Esto explica porqué su fluctuación tiene impactos sobre la rentabilidad. “ Este factor puede producir tanto pérdidas como ganancias por cuenta de variaciones que son imposibles de pronosticar”, cita el informe.
La depreciación de 30% del peso frente al dólar en lo corrido del año tiene efectos significativos en la medida en que a septiembre del año pasado 90,26% del portafolio se encontraba invertido en dólares estadounidenses, 4,94% en dólares australianos, 2% en dólares canadienses y 1,26% en dólares neozelandeses. También se tenían 0,99% en libras esterlinas y 0,55% en otras monedas.
Sin embargo, otros factores determinantes fueron las tasas de interés, que representan la rentabilidad de la inversión en títulos de deuda, y el precio del oro, que ha caído desde 2013, lo que tiene un efecto importante a pesar de que el metal solo equivale a 0,3% de las reservas.
El economista de la Universidad de los Andes Rodrigo Tejada manifestó que en la medida en que las reservas internacionales hacen las veces de apoyo financiero en momentos difíciles (deben estar disponibles cuando se requieran), es importante que “su saldo se mantenga estable y creciente, que no se desacumule frente al periodo anterior”, explicó.
Finalmente, el Banco Central enfatizó en que el país “tiene un nivel adecuado de reservas” y que es suficiente para cubrir, por más de un año, “tanto los pagos de deuda externa de corto plazo como el déficit de la cuenta corriente”.
El balance más reciente del Emisor advierte que estos activos habrían cerrado el año en US$46.731 millones. Sin embargo, la cifra aún no es definitiva.
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