Plan de Desarrollo privilegia la inversión de calidad

Como consecuencia de las reformas de las últimas tres décadas, Colombia ha avanzado en mejorar la efectividad en la formulación, ejecución y evaluación de sus políticas públicas como parte de las funciones de planeación.  Estos aspectos han sido ampliamente reconocidos internacionalmente pero, también, se ha destacado en ese ámbito lo indispensable que resulta para el país abordar las tareas pendientes en cuanto a modernizar la gestión presupuestal. El objetivo es optimizar los procesos de priorización, programación y asignación de los recursos, mejorar la calidad y el impacto de la inversión e incrementar el bienestar y mejorar la confianza de los ciudadanos en el Estado.  

 Son pasos importantes en esa dirección el contar con un sistema de planificación avanzado, soportado en un Plan Plurianual de Inversiones, lo mismo que en sistemas de información adecuados que apoyan el ciclo de la inversión. También son relevantes  los avances en la planeación macro fiscal, en particular, el establecimiento de la regla fiscal, y la creación del Sistema General de Participaciones -SGP-, y del Sistema General de Regalías -SGR-. No obstante, aún es necesario superar una administración pública que privilegia el control en la aplicación de normas y procedimientos antes que los resultados, que enfatiza en la cantidad del gasto antes que en su calidad, que promueve la dispersión de la inversión en pequeños proyectos -sin una orientación programática acorde con las prioridades-, y que, en conjunto, refuerza la infundada creencia de que el mejor funcionario es el que más gasta y no el que obtiene mejores resultados.

Es por ello que dos de los principales elementos innovadores del Plan Nacional de Desarrollo 2014-2018 “Todos Por Un Nuevo País” son la incorporación inicial de técnicas de presupuestación por desempeño o resultados en la inversión pública y un enfoque de cierre de brechas basado en indicadores y metas para reducir las disparidades inter e intrarregionales en  salud, educación agua potable, vivienda, conectividad de transporte y capacidad institucional de las entidades territoriales (vale decir capacidad “gerencial”).  Este último factor resulta fundamental en el Plan, dado que los recursos manejados por las entidades territoriales, incluyendo regalías, se han incrementado sistemáticamente desde mediados de los ochentas a la par con el avance de la descentralización. Tan solo desde 2002 a la fecha se observa un crecimiento real de los recursos que llegan a las regiones de 115,2% y desde 2010 el crecimiento fue de 32,7% hasta alcanzar un 9,3% del PIB de 2013.  

Aunque el camino que queda por delante para la plena adopción  de esta técnica de Presupuesto por Desempeño y resultados es aún largo, las experiencias modernizadoras del presupuesto adelantadas por nuestros pares de la región, inspiradas en las buenas prácticas de los países de la Ocde, indican que es posible. Por ejemplo Chile fue pionero en la región desde el gobierno de la concertación en 1997 y su modelo de Presupuesto por Resultados ha sido reconocido como uno de los factores institucionales más importantes del “milagro chileno”. 

Estas reformas han impulsado una vigorosa cultura de gestión basada en el desempeño y han permitido a nuestros referentes más inmediatos de la región avanzar hacia alcanzar los estándares de gestión del gasto que caracterizan a los países de la Ocde.  

Queda por delante avanzar simultáneamente en el fortalecimiento de capacidades de los entes territoriales, el mejoramiento de las estadísticas y los indicadores regionales, el perfeccionamiento de los mecanismos de seguimiento y evaluación para la provisión de información de calidad para la toma de decisiones del gobierno. El Plan de Desarrollo 2014 -2018 en su propósito de cerrar las brechas existentes pone todo su empeño en este propósito.