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El contrabando de pollo y huevo que entra por las fronteras de La Guajira, Norte de Santander, Arauca y Nariño está tomando ribetes preocupantes: frentes de las Farc y las Bacrim han convertido los ‘peajes’ que cobran a comerciantes ilegales en fuentes de financiación.
En Maicao, quizás el municipio más bullicioso de Colombia y donde la noción del espacio público es una asignatura perdida, el contrabando de huevo y de pollo desafía diariamente la adversidad del clima y la debilidad de los controles aduaneros. El huevo no transita por las trochas, como muchas otras mercancías, sino que llega en camionetas Ford 350 y a través de automóviles viejos y destartalados, con vidrios polarizados, fabricados en Venezuela en los años 60 y 70, convertidos en símbolos de riqueza y prestigio.
Van mezclados con electrodomésticos, bebidas y alimentos, sin pasar, en la mayoría de los casos, por los controles sanitarios establecidos por el ICA en Paraguachón, ni por la Aduana, que están a 50 metros de Guarero, la contraparte Venezolana. En la orilla de la vía y en el andén de los organismos de migración, existe el comercio ilegal más grande de gasolina. ¡A $25.000 la pimpina!, pregonan los comerciantes informales. ¡Pero llévela a $22.000!
El pollo cumple la misma rutina del transporte normal, pero cuando los controles se intensifican, los contrabandistas acuden a las trochas, unos caminos estrechos y desérticos, hostigados por maleza y cactus. Por allí hay que pagar peaje a bandas de wayuu y a miembros de las Bacrim y frentes de las Farc, que cobran cuotas, dependiendo el costo de la mercancía y la tradición del comerciante.
En Maicao hay compradores de pollo y huevo que se encargan de distribuirlos a restaurantes, hoteles, minoristas y enviarlos a poblaciones como Riohacha, Uribia, Fonseca y San Juan, entre otras localidades del norte y sur de la Guajira. Aunque hay grandes clientes en pleno centro comercial de la ciudad, estos artículos, son vendidos por pequeños intermediarios y en los propios andenes de la población.
“El problema es que el ‘bolo’ (Bolívar) está barato y la mayor parte del producto venezolano viene subsidiado”, afirma un comerciante consultado, quien advierte que Maicao es una ciudad comercial y no de industria.
El guía que acompañó a LR en este peregrinaje señaló que uno de los grandes problemas de comprar huevos y pollo de contrabando es su calidad. Ambos productos, que son perecederos y delicados, no tienen un manejo apropiado y el consumidor se expone a virosis, intoxicaciones y a otro tipo de enfermedades, como lo advierte la médica nutricionista, Jennifer Gómez.
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