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Otros factores a tener en cuenta son el costo de estos vehículos y la vida útil de las baterías. las de plomo ácido suelen durar entre dos a tres años y su vida útil dependerá de la frecuencia de carga y descarga
Cada día aumentan las personas que compran vehículos eléctricos buscando opciones de movilidad más sostenibles. En la primera mitad de 2024 las ventas de estos vehículos aumentaron un 267% respecto al año anterior, según cifras reportadas por Andi y Fenalco.
En realidad, aunque son una mejor alternativa al uso de combustibles fósiles, el impacto ambiental de los vehículos de energías ‘limpias’ no es cero. La razón principal es que la producción de las baterías que estos usan requiere de grandes cantidades de energía y materiales que pueden ser altamente contaminantes, como cobalto, níquel, aluminio, cobre, silicio y germanio.
Pasarnos a flotas de vehículos eléctricos implicaría un aumento intensivo en la extracción de minerales para su construcción, lo que afectaría negativamente a los cultivos, la vida silvestre y el agua.
Entonces, a pesar de que estos automóviles no generan emisiones de gases efecto invernadero, como sí lo hacen los que se impulsan con combustibles fósiles, el proceso para conseguir los metales necesarios para su funcionamiento sí representa un impacto ambiental importante. En pocas palabras: contaminan desde antes de empezar a rodar.
Otros factores importantes a tener en cuenta son el costo de estos vehículos y la vida útil de las baterías. Las de plomo ácido suelen durar entre dos a tres años, y aunque existen baterías de mejor rendimiento que pueden durar entre cinco y siete años, su vida útil dependerá de la frecuencia de carga y descarga.
Por esta razón, algunas empresas fabricantes le apuestan a combinar un motor eléctrico con otro de combustión interna, como es el caso de Toyota, que ha adoptado una estrategia enfocada en la tecnología híbrida. Según la marca japonesa esta es una solución más eficiente y práctica para reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y cumplir con los estándares de emisiones más estrictos, en lugar de depender exclusivamente de lo eléctrico.
Para procurar impactar en menor medida al medio ambiente se deberían desplegar en simultáneo un conjunto de tecnologías. No se trata únicamente de los vehículos eléctricos, sino de que entren al mercado otras opciones complementarias, como el auto de hidrógeno.
Estos vehículos emiten vapor de agua, por lo que no alteran el medio ambiente. Aunque para generar hidrógeno se necesita energía, lo que es contradictorio y constituye un problema.
De ahí viene la propuesta de producir hidrógeno verde, que es más limpio. Es un proceso de electrólisis (separar elementos por medio de la electricidad) para producir hidrógeno a partir del agua. Se puede alimentar con paneles solares o con energía eólica y, por ejemplo, aprovechar las tuberías de gases para también transportar hidrógeno, lo cuál sería una solución desafiante, pero viable.
Gracias a la tecnología actual contamos con diferentes estrategias para combatir los efectos adversos que generan las necesidades humanas, como lo es la movilidad. Aunque falta más investigación, la respuesta está en ver el problema desde diferentes ángulos que permitan entender que hay múltiples soluciones que ayudarían a reducir el impacto ambiental, a la vez que se satisfacen las necesidades del mercado.
* José Vuelvas Quintana, director de la Maestría en Energía y Sostenibilidad de la Pontificia Universidad Javeriana