Cuidar el carro más allá de talleres y repuestos

Pensar en la mejor forma de proteger un vehículo usualmente suscita la misma clase de preguntas: tipo de aceite, estación de gasolina de confianza, mecánico recomendado o marca de llantas; pero rara vez hace reflexionar sobre la importancia de adquirir un seguro de auto. Y es que basta con mirar el porcentaje de los hogares colombianos que tienen un seguro de automóviles contratado -21,6% de los hogares con carro o moto tiene un seguro, de acuerdo con cifras del Estudio de demanda de seguros 2018-, para entender que asegurarse no es una prioridad para una amplia porción de la población nacional.

Este panorama es aún más diciente cuando se analiza el dato de evasión del Soat, un seguro que a pesar de ser de naturaleza obligatoria y poderse adquirir totalmente en línea, en 2018 45% del parque automotor nacional transitó sin contar con esta póliza según el Registro Único Nacional de Tránsito (Runt), aspecto que representa 6,4 millones de vehículos.

Ante este marco es inevitable no preguntarse sobre la razón de ser de este fenómeno, que incluso tiende a ser más agudo en las zonas rurales del país. Sin duda, la respuesta no obedece a un factor en específico, existen temas culturales, conceptuales, socioeconómicos y de cercanía del sector que hacen que la cultura del seguro esté lejos de acercarse a los niveles de penetración de otros países miembros de la Ocde.

Si bien es fundamental procurar minimizar los riesgos de un eventual accidente de tránsito -ya sea revisando periódicamente la condición técnica del vehículo o teniendo alta precaución al transitar-, sufrir un imprevisto en la vía siempre será una posibilidad mientras sea un aspecto que dependa de variables externas. De acuerdo con estadísticas del Instituto Nacional de Medicina Legal los accidentes de tránsito son la segunda causa de muerte en el país, que entre enero y julio de 2018 registraron más de 3.000 muertes, y actualmente constituyen un serio problema de salud pública en Colombia.

De ahí la importancia de anticiparse a escenarios que escapan del control individual a través de los seguros. Estos, que cada día se adaptan más al formato digital y ofrecen servicios particulares para cada usuario, representan una auténtica inversión al brindar una cobertura a los bienes de la persona.

El sector asegurador tiene el desafío de acercar y socializar con la población los diversos beneficios que suponen las coberturas de las pólizas. Y, aunque el país ya ha empezado a familiarizarse con sus beneficios, aún tiene un considerable margen de penetración por alcanzar; esta situación no es propia del mercado automotor, pues áreas como las de vivienda, tecnología y salud también enfrentan contextos similares.

A la larga, asegurarse más que acceder a un monto de cobertura específico y, en algunos casos, a una serie de asistencias muy convenientes, es el ejercicio de invertir en tranquilidad, por más idealista que pueda sonar. Contar con el respaldo de una póliza es garantizar una protección ante una eventual situación en la que la única certeza está en el azar.