No es una artista de cine, pero ayer lo fue. La presidenta de Alemania, Angela Merkel, tuvo que dar la mano, besos y hasta tomarse selfies con un grupo de refugiados en Berlín, específicamente en un centro de acogida y colegio de niños inmigrantes que visitó para conocer de primera mano el testimonio de cientos de personas obligadas a salir de su hogar. Merkel, la buena.