La llegada de la aerolínea Interjet nació de un silencio incómodo entre el dueño del grupo y el embajador José Gabriel Ortiz. El expresentador confesó que recién llegado a México tuvo el propósito de reunirse con los “cacaos de los negocios” y que en medio de una cena con el dueño de la firma, Miguel Alemán (1932), le dio por proponer que mandara un vuelo a Bogotá. Idea que le quedó sonando al ejecutivo y se concretó después de un año y medio.