Los últimos acontecimientos han puesto en evidencia que el Procurador no tenía el poder político ni electoral del que hace algunos meses se habló en los medios. No solo no pudo tumbar a Petro (1960) sino que se le cayó la sanción de Alonso Salazar (1960), y ahora su propio cargo está tambaleando tras demostrarse que su reelección al ministerio público tuvo defectos de forma y que seguramente determinarán su futuro.