Deben ser muy pocas cosas en la vida las que no puede conseguir Bernard Arnault (1949), el cuarto hombre más rico del mundo y el más rico de Europa. Pero la semana pasada, volvió a sentir el rechazo cuando el Tribunal de Bruselas dijo no a concederle la nacionalidad belga al empresario francés. Con esto se acaban las aspiraciones del galo de naturalizarse en el país vecino, un esfuerzo que venía haciendo desde hace seis meses.