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Sin tecnología y patentes no hay futuro

miércoles, 27 de noviembre de 2013
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En editorial de hace tres años (16 de junio de 2010), advertimos que hablar de competitividad, productividad e innovación sin patentes, era ingenuo e irresponsable. Moisés Wasserman, ex rector de la Universidad Nacional afirmó hace unos días que proyectos sin patentes es como construir edificios sobre arena.

Señaló que la propuesta de los diez sabios en 1994 consideraba mil investigadores por cada millón de habitantes, pero que en 2000 no se cumplía con la meta de llegar siquiera a la tercera parte de esos investigadores. No se puede hablar de innovación sin investigadores; como tampoco se puede hablar de investigadores sin laboratorios. Es difícil concebir la “locomotora” de la innovación sin financiación, sin patentes y sin tener claro el rol de Colciencias. El 0,17 del PIB es en teoría invertido  en ciencia y tecnología, pero se debe armonizar la investigación con la formación de investigadores y con el trámite y obtención de patentes.

Wasserman es categórico en resaltar que la innovación nos llegó más por moda y que no vamos a ser competitivos mientras no se rompa el círculo vicioso de las innovaciones incrementales y no reconozcamos que sin patentes se genera un corto circuito que hace inocua la investigación. La punta del iceberg, como bien destaca el Profesor, es la generación de patentes. Según él, se ha politizado Colciencias convirtiendo la entidad “en un justificador de las políticas del gobierno ante la comunidad científica y no al revés”… “Es negativo politizar el sistema porque lo desintitucionaliza”. 

Michelle Bachelet afirmaba hace tres años que el reto para todos los países era innovar o morir. En su momento lanzamos un S.O.S. al gobierno para que se tuviera una visión realista del mercado, entendiendo que innovación y propiedad intelectual son sinónimos. Hoy son otros los que deciden por nosotros en materia de tecnología, ritmos de vida, calidad de vida y hábitos de consumo. Nuestra incidencia en la agenda en tecnología es nula y nuestros indicadores en patentes son precarios. Se requieren laboratorios, crédito e investigadores bien remunerados, como también una política de Estado congruente con la ecuación que nos permita mejorar nuestra oferta comercial y nuestra presencia en otros mercados.

Volvemos a insistir en la urgencia de comprometernos con la investigación a partir de propósitos coherentes y ajenos a cualquier interés cortoplacista. Consideramos que la propuesta del mega laboratorio de valor agregado realizada hace varios años por el especialista en patentes Carlos Alberto Plata, debe ser analizada articulando esfuerzos que vinculen a universidades, empresa privada y Estado, no solo para mejorar las estadísticas en número de patentes, sino para incidir en la agenda global a fin de aterrizar intercambios comerciales más equitativos.

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