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Analistas 29/11/2022

Decrecimiento derrotado

Simón Gaviria Muñoz
Exdirector de Planeación Nacional

Una de las conclusiones de la COP 27 es la derrota de la teoría del Decrecimiento. Con diferentes voces, pero bajo la influencia de Serge Latouche, el movimiento del Decrecimiento busca producir y consumir menos, para garantizar un crecimiento más sostenible; en otras palabras, solucionan el problema de emisiones frenando la economía. En Sharm-el-Sheik, delegación tras delegación presentó sus avances y muchos orgullosamente mostraron el desacoplamiento entre prosperidad y emisiones, destacando que están logrando construir economías menos intensas en emisiones. Existe consenso en que, disminuir emisiones a punta de prohibición, es como matar al paciente para curar la enfermedad.

El Decrecimiento de Latouche argumenta que, al disminuir la actividad económica, el crecimiento se vuelve duradero en el tiempo, ocurre a las buenas o las malas. Pero sus tesis no distinguen entre niveles de desarrollo, por lo que la reducción de recursos, aun para países pobres, es un costo inevitable. Incluso sostienen que como se mejora la calidad de vida gracias al menor trabajo, el Decrecimiento conduce a un freno de natalidad configurando un circulo virtuoso. Los políticos ecológicos del Decrecimiento tomaron como símbolo al caracol, con la metáfora de que, cuando un “río se desborda, queremos que bajen sus aguas para que vuelvan a un cauce natural.” En esencia se trata de un rechazo al crecimiento económico como propósito.

El mensaje de los líderes mundiales que se reunieron en Egipto fue esperanzador: se puede lograr desarrollo económico con disminución de emisiones. Según The Economist, 33 países lograron un crecimiento sostenible entre 2007 y 2019, sus emisiones cayeron 15%, al tiempo que el ingreso per cápita aumentó 23%; son resultados basados en evidencia no filosofía. Ya Argentina, México y Uruguay lograron este desacoplamiento, que Colombia lo logre no es impensable.

Más tecnología en procesos de producción, el despliegue masivo de energías renovables y un más exigente estándar ambiental están cambiando la correlación entre emisiones y progreso económico. El reto de los países, especialmente los pobres, es de financiación para hacer estas inversiones, pero ese es un problema diferente al de prohibir la actividad económica.

El problema de fondo está en que, en esencia, los defensores del Decrecimiento asumen que la matriz de producción no puede ser optimizada y mantienen una relación lineal entre emisiones y crecimiento. Según la Upme, en Colombia solo con la entrada de los proyectos que están en marcha, se aumentará 100 veces la capacidad de renovables del país, logrando que la economía sea mucho más sostenible. Basados en evidencia, el progreso económico disminuye tanto la natalidad como el desperdicio de recursos. Se avanza haciendo la matriz energética más limpia y mejorando la eficiencia de consumo.

En síntesis, la teoría del Decrecimiento que llegó al país está más basada en filosofía que en análisis técnico, es una solución facilista; se le olvida que una nueva conciencia ambiental ciudadana facilita cambios estructurales en la estructura de consumo. Financiación para sostenibilidad hay mucha en la comunidad internacional, mejor enfocarnos en conseguir más recursos para hacer más inversiones y hacer las cosas mejor.

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