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El Plan de Desarrollo que acaba de presentar el alcalde Peñalosa contempla inversión de $89,5 billones para los cuatro años de su gobierno. De esta cifra, $30 billones requieren de fuentes no corrientes, entre ellas alianzas público - privadas y la venta de acciones de la ETB, lo que por supuesto genera polémica y necesita no solo del estudio y posterior aprobación por parte del Concejo de Bogotá, sino también de un análisis de la ciudadanía.
Hace 18 años el Veedor Distrital Ernesto Carrasco, al inicio de la primera administración de Peñalosa, dentro del concepto de democracia participativa y control social, creó el Observatorio Ciudadano al Proceso de Venta de las Acciones de la ETB, como órgano multidisciplinario y calificado para reflexionar sobre la decisión de vender o no su participación accionaria, apoyar la transparencia del proceso y formular pronunciamientos. Este Observatorio se conformó posteriormente a la aprobación del Plan en 1998.
Dirigentes gremiales, representantes de universidades, comunicadores sociales, líderes del sindicato de trabajadores de la propia empresa y destacadas personas que de alguna manera representaban intereses colectivos de la ciudadanía, conformaron el Observatorio. Hice parte de este grupo de trabajo, entre otros con Antonio Navarro, Augusto Acosta, Álvaro Navas, Juan Carlos Bermúdez y el presidente del Sindicato Manuel Rodríguez. Actuaba como Presidente de la ETB Sergio Regueros.
Los dos objetivos planteados por el Alcalde, para la época fueron: (i) maximizar el precio de venta de las acciones y liberar recursos para inversión social (vivienda social, infraestructura vial, educación, parques, Transmilenio); y (ii) llevar la empresa a una posición de mayor competitividad y conexión global, para lo cual se planteó conseguir un inversionista estratégico experto en el mundo de las telecomunicaciones, para que la ETB hiciera parte de la red de alta tecnología, con la posibilidad de hacer las inversiones necesarias para afrontar lo que se vislumbraba: el gran desarrollo y cambios tecnológicos del sector.
Para la época de este Observatorio, la empresa fue valorada por una banca de inversión y se aspiraba a venderla en $3 billones (US$2.000 millones), sin haberse concretado la vinculación de un jugador internacional. Desde ese momento, expertos advirtieron que la ETB podría deteriorar su valor por falta de capacidad del Distrito en realizar inversiones en nuevas tecnologías y por su desconexión internacional. Además, el Observatorio concluyó que se requería un manejo alejado de la politiquería de la administración pública, pues podría incluso llegar a generar pérdidas, lo que viene sucediendo en los últimos años.
En el Plan de Desarrollo actual, se aspira a vender las acciones del Distrito por encima de $2,1 billones (US720 millones), lo que demuestra que ciertamente viene perdiendo valor. Es evidente que la ETB no tiene tamaño para competir en el mercado de las telecomunicaciones con empresas como las del grupo Slim u otras multinacionales que día a día le absorben su mercado. Hoy, con 1,4 millones de usuarios de la ETB, adquirirla sigue siendo interesante para un competidor internacional, con lo que mejoraría el servicio para los bogotanos y esos recursos se direccionarían en valor social en la ciudad, especialmente en infraestructura.
El retorno de la inversión en planes sociales es superior a lo que rentaría la empresa, incluso si hubiera sido mejor manejada.