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Analistas 07/02/2022

Instituciones, covid y héroes

Sergio Clavijo
Prof. de la Universidad de los Andes

La construcción de instituciones es tarea de largo aliento, pues conlleva liderazgo, éxito en objetivos y sostenibilidad que se premia con “buena reputación”. A nivel de lo público, esta tarea es particularmente difícil, ya que casi todas las condiciones son adversas: el liderazgo se acompaña de politiquería; los objetivos de corto plazo desplazan los importantes de largo plazo, y la sostenibilidad descansa sobre disponibilidades presupuestales, no referidas a eficacia y rentabilidad de sus propias actuaciones.

Por eso resulta admirable que en Europa muchas instituciones importantes estén en el sector salud (España, Gran Bretaña y los países Nórdicos). Allí, además, su buena calidad (años de esperanza de vida) está inversamente relacionada con su bajo costo presupuestal (% del PIB), ver gráfico adjunto.

La pandemia-covid terminó de desnudar la precariedad institucional del sector salud en los Estados Unidos, lo cual relata con lujo de detalles y a través de sus “crónicas de vida” el destacado Michael Lewis (2021 “The Premonition”).

Todos los funcionarios públicos del sector salud deberían leer con detenimiento cómo fue que se creó, en 1946, el “Centro de Control y Prevención de Enfermedades” (CDC, en inglés). Pero se fueron cometiendo una serie de graves errores hasta llevarlo a su perdición bajo Trump, en 2020. El CDC fue ganando tracción como entidad de investigación, seguimiento y con carácter independiente durante 1946-1976. Sin embargo, la Administración Reagan (durante 1980-1983) terminó minándola y, finalmente, cayó bajo el fundamentalismo de Trump, hasta casi despedir a Fauci, destacado funcionario de carrera.

Fueron las actuaciones de carácter territorial las que salvaron a los Estados Unidos del caos en salubridad pública. Ello no hubiera ocurrido de no ser por los héroes del sector salud (mal pagos y sobre-trabajados), asociados al caos inicial en California, pero reivindicados como “modelo a seguir” por el resto de los Estados Unidos.

Charity Dean es una abnegada médica de salubridad pública, quien llega por un albur a la segunda posición del sector en California. Se había destacado por su liderazgo y ejecuciones en la lucha contra la tuberculosis en la afluente “Santa Bárbara County”, vecina de Hollywood. ¿Pero cómo así que manejó crisis de tuberculosis allí? Pues sí, la que con gran ignorancia y pobreza transmiten a diario los inmigrantes ilegales provenientes de México.

Allí Charity impuso el sistema de “detección social” Vs. el fracasado de reportes médicos-burocráticos. “Si Ud. sigue la historia social de sus pacientes (a veces yendo a sus casas), entonces es fácil detectar los canales de contagio”. Fueron estas habilidades las que llevaron a Charity a liderar la lucha anti-covid, siendo experta en diseminación y control de enfermedades respiratorias.

El autor Lewis devela esa dicotomía operativa del sector salud en los Estados Unidos, donde alguien como Charity tiene poca probabilidad de trabajar en el sector público al provenir de familia afluente y querer llevar “una vida normal”. Pero resulta que su pasión por el tema y divorcio la llevaron allí. Ella no solo ignoró el mal salario sino el poco reconocimiento, inclusive por parte de los académicos. Estos suelen conocer riesgos de laboratorio, pero desconocen los canales de tratamiento in-situ.

Charity usó su capital económico para potenciar su “capital social”, llegando finalmente a ser reconocida por la propia Casa Blanca (pero chocando con las directrices Trump sobre ocultamiento del problema covid). La enfermera Paige Batson ratifica la apreciación de heroína sobre Charity y lo hace desde los rangos elementales del trabajo persona-a-persona, no a través de conexiones políticas. Aquí postula Lewis el valor de las posiciones bajas en jerarquía del sector salud (la teoría del L6).

Los otros héroes son biólogos genios, apasionados por su trabajo. Joe DeRisi ganó el premio MacArthur que otorga millones para invertir en sus ideas, que en este caso condujeron a sofisticados sistema de identificación biológica que superaban en calidad los de las fuerzas armadas de los Estados Unidos. DeRisi gerenciaba su “teléfono rojo de la salud” a través del cual salvaba vidas desahuciadas. En asocio con otros genios (Glass, Hatchet y Mercher), DeRisi y Charity gerenciaron el sistema de pruebas covid, en constante lucha contra los impedimentos del CDC-Trumpiano.

El resultado final de aislamiento, pruebas y seguimiento en la cadena de contagios covid terminó siendo exitoso en California. Con ello se compró el tiempo requerido para fabricar las vacunas anti-covid (tomando todo el 2020) y su diseminación (durante todo el 2021). Ellos mismos le aclararon al mundo que, como en 1918, esos sistemas habían sido exitosos en “la compra de tiempo”, solo que hace un siglo no se contaban con las herramientas biológicas para llegar a la vacuna de hoy.

Lewis (2019, “The Fifth Risk”) señalaba que los peores riesgos gubernamentales bajo Trump incluían abandono de la información climática, mala gerencia de plantas nucleares y caos en la salud pública. Pues bien, fueron las ejecutorias de estos héroes los que están permitiendo que Biden intente reconstruir instituciones públicas en salud, tras 30 años de desgreño. Saque Ud. querido lector las lecciones que nos corresponde aplicar al caso de Colombia.

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