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Analistas 26/05/2025

Desempleo y perspectivas de crecimiento económico

Sergio Clavijo
Prof. de la Universidad de los Andes

Nos ha continuado sorprendiendo la tendencia descendente observada en la tasa de desempleo en Colombia, ahora registrando un descenso hacia 9,6% al corte de marzo-2025. Esta cifra refleja un significativo descenso de -1,7% en dicha tasa respecto del observado un año atrás (ver gráfico).

Sin embargo, caben al menos tres reflexiones sobre las implicaciones de dicha tendencia de menor desempleo. La primera tiene que ver con la persistencia de niveles relativamente elevados de desempleo, aun en el contexto de América Latina. Por ejemplo, Brasil ha logrado reducir su tasa de desempleo desde 10% en 2022 hacia el actual 6%, a pesar de la desaceleración de su PIB-real hacia 2%. Luego el valor puntual de 9,6% de desempleo de marzo-2025 en Colombia continúa siendo preocupante y su promedio de 12-meses luce estancado en 10%, implicando unos 2,5 millones de cesantes.

Desempleo y perspectivas de crecimiento económico
Gráfico LR

Además, esta tendencia descendente en desempleo no ha sido el resultado de mayores contrataciones de calidad que conduzcan a ganancias en productividad: cerca de un 90% del nuevo empleo corresponde al autoempleo y con informalidad todavía en 60% (sin aportes Pila). A futuro, preocupa que la mayor presión ejercida por la tasa de participación laboral, elevándose 1 pps hacia 64,7%, no se esté atendiendo con expansiones solidas en sectores de infraestructura o diversificación exportadora en manufacturas, donde se requieren los mayores progresos para poder competir globalmente.

La menor absorción de mano de obra formal, además, está relacionada con el estancamiento en nuestro crecimiento potencial a niveles de 2,5% anual (promedio quinquenal observado). Y, con la guerra arancelaria global en curso, lo más probable es que nuestra económica crezca nuevamente en el rango 2%-2,5% anual, así el primer trimestre haya crecido satisfactoriamente a 2,7% anual. Este tuvo a su favor el efecto estadístico de un crecimiento de solo 0,7% anual en el primer trimestre de 2024.

Todavía es difícil evaluar la magnitud del negativo efecto global que está teniendo la absurda guerra-arancelaria, pues resulta que, en el primer trimestre de este año, se tuvo impromptus de “gasto precautelativo”. Así, familias y empresas procedieron a apertrecharse de insumos en anticipación a la escala de precios que vendría con la adopción de mayores aranceles. Esto ha llevado a los analistas a hablar de “una recuperación encubierta”.

Aun si los anuncios recientes de Trump de “cantar victoria” (sabiendo que perdió dicha guerra arancelaria) lo llevaran a moderar su impacto, el componente de inversión ha sufrido daños irreversibles que aminoran las perspectivas de crecimiento. En Estados Unidos, por ejemplo, el pronostico de crecimiento se ha reducido de 2,5% a 1,5% tanto en 2025 como en 2026. Por eso es contraintuitivo pronosticar que se tendría un gran auge estructural a futuro por cuenta de la ventaja tecnológica que representan las mega-techs, como lo insinúa Roubini (2025) “America’s Econ Tailwinds…” Project Syndicate, May 4th..

Por alguna razón extraña (… probablemente la de llevarle siempre la contraria al consenso), Dr. Doom-Roubini considera que el modelo Trump 2.0 todavía encierra apuestas ganadoras. Pero estas probablemente se explican más por el letargo de Europa que por las virtudes de Estados Unidos, pues el claro ganador hoy apunta en la dirección del mejor posicionamiento global de China. En el caso de Europa también se están pronosticando lentos crecimientos cercanos a 1% anual en 2025 y 2026, a pesar de las inyecciones de gasto militar (especialmente en Alemania).

En el primer trimestre de 2025 se había pasado del daño al crecimiento global, por cuenta de la guerra-arancelaria, hacia el freno a la inversión productiva. Y en este segundo trimestre hemos entrado en la fase de daño a los portafolios de inversión en Estados Unidos, donde el S&Poors llegó a caer hasta -18% y ahora busca nivelarse a los iniciales de 6,000 (antes del efecto Trump 2.0). Pero resulta que el refugio de los bonos-Tesoro a 4,3% anual ha mostrado ser insuficiente para mantener la confianza, pues el dólar se ha depreciado un 7% frente a las monedas-duras.

Y la reciente noticia de degradación en la calificación de la deuda pública de los Estados Unidos (a manos de Moody’s y tras una década de haberse iniciado tal proceso con las otras calificadoras, perdiendo una de sus AAAs) confirma la tendencia de mediano plazo de menor apetito por portafolios en los Estados Unidos y denominados mayoritariamente en dólares. Sin embargo, en el corto plazo ha continuado el rally de recuperación de la renta variable del S&Poors (perfilándose hacia los 6.000), pero con mucha volatilidad en la renta fija de los Tesoros a 10 años, continuando su desvalorización al pasar de 4,2% hacia 4.5% en lo corrido del año.

Esto último se explica no solo por el mayor riesgo país de los Estados Unidos, sino también por temores de revivirse los riesgos inflacionarios. Si bien es cierto que los datos del IPC a abril-2025 fueron favorables al registrar un sorpresivo 2,3% anual, la verdad es que solo los datos de mayo empezarían a mostrar efectos de la guerra arancelaria. Por un lado, abril-2025 todavía permitió usar el colchón de los inventarios, sin afectar precios al consumidor, y, por el otro lado, las firmas optaron, por el momento, por absorber parte de los mayores costos arancelarios y de transporte.

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