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Analistas 17/08/2022

El discurso de Petro en la Andi

Santiago Castro Gómez
Expresidente de Asobancaria

Era el primer gran encuentro del Presidente con los empresarios. Quienes esperábamos su discurso queríamos, a pesar de nuestras diferencias, tener una aproximación de la racionalidad económica del mandatario y lograr entender la visión que lo movía. Era la oportunidad para él y para el país. Sin embargo, el resultado fue entre confuso y decepcionante. No se captó una visión clara o una línea conductora. Además, se plantearon supuestos que claramente contradicen cualquier línea de teoría económica y traen a la superficie debates agotados. Habría que quedarse entonces con la previa exposición del ministro, Jose Antonio Ocampo.

Tal vez lo que más me impactó fue su falta de visión holística sobre todos los sectores que componen la economía. En especial, el énfasis en que solo dos sectores, el industrial y el agrícola, definen la productividad del país, y su capacidad de llevarlo a ser una economía desarrollada. Por otro lado, y lo mencionó específicamente, sectores como el financiero, el comercio y el inmobiliario, si bien pueden ser “necesarios”, no son actividades productivas. Ahora bien, esta afirmación no es nueva y viene desde la campaña, pero esperaría uno que ya hubiera sido informado de la contribución al empleo y al crecimiento que aportan estos sectores. Más preocupante aún, fue la mención que un crecimiento de estos últimos significa una transferencia de riqueza en detrimento de los dos primeros, lo que indica una teoría de izquierda bastante trasnochada.

Ahora bien, no tengo nada en contra de tener desde el estado una política industrial o una política agrícola. Es más, creo que en lo agrícola la ha habido y debe tener un viraje importante, porque no solo no ha sido efectiva, sino que, en unos casos, francamente dañina. Pero una cosa es una política industrial para apoyar sectores estratégicos donde se puedan explotar ventajas comparativas, y otra muy diferente es un dirigisme al estilo francés para proteger o apuntalar sectores de competitividad dudosa. Para eso no tenemos ni los recursos ni el mercado suficiente.

Desestimó las cifras de crecimiento que se han dado en Colombia recientemente, alegando que no es una reproducción fiel de lo que está pasando el país. No acepta que somos punteros en este aspecto en América Latina y nos lleva a compararnos con Corea del Sur y su desarrollo desde la guerra. Comentó incluso que pensaba que el Dane debía desagregar sectorialmente más sus informes. Aquí hay una primera alerta ya que la autoridad estadística suele ser la primera víctima de regímenes intolerantes. Y continuó con un tema recurrente en su discurso que es el problema de la tierra, como un obstáculo para lograr la industrialización…argumento bastante discutible. Aludió a la necesidad de una reforma agraria, lo que siempre apunta a redistribución a pequeñas parcelas, independiente del propietario.

Esto va en contravía del desarrollo y la consolidación de la actividad agrícola en el mundo, pero igual, aquí no hubo sorpresa en el discurso. No tocaré los temas de frenar nuevas exploraciones en hidrocarburos y el veto a los pilotos de fracking, que ya son ampliamente conocidos y preocupantes. Esto, aunado, a la tributaria presentada, y a algunas iniciativas descabelladas que quieren colgarle en su trámite, genera incertidumbres que nos pueden pasar gran factura más adelante. Pero el hecho es que la política económica del Presidente, aparte de los pronunciamientos de su Minhacienda, no parece ser clara, pero peor aún, no parece ser coherente. Y su discurso en la Andi el viernes, generó más dudas que las ya existentes.

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