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Analistas 19/08/2020

Costo/beneficio…

Santiago Castro Gómez
Expresidente de Asobancaria

Los datos recientemente publicados por el Dane en materia de crecimiento del PIB durante el segundo trimestre de 2020 evidencian que la contracción económica registrada en ese periodo del año bordeó 15,7%, cifra que no tiene precedentes en la historia del país y que superó a la de países como Estados Unidos (-9,5%), Chile (-13,5%) y la Eurozona (-15,0%).

Si bien la expectativa de los analistas consideraba un escenario más pesimista de -16,5% (según se reportó en el último informe de política monetaria del Banco de la República), la significativa pérdida de tracción de la actividad productiva pone de manifiesto la imperiosa necesidad de promover la pronta reactivación del aparato productivo local.

En efecto, nueve de los doce sectores se contrajeron respecto al segundo trimestre del año anterior, siendo las actividades artísticas, el comercio y la construcción, las más afectadas por la pandemia del covid-19, al caer en 37,1%, 34,3% y 31,7%, respectivamente. Así las cosas, los únicos sectores cuyo crecimiento permaneció en terreno positivo fueron los de actividades financieras, inmobiliarias y la agricultura, cuyos modestos ritmos de expansión alcanzaron 2,0%, 1,0% y 0,1%, respectivamente.

Por el lado de la demanda, se observó que todos los componentes registraron caídas de magnitudes de dos dígitos, salvo el consumo del Gobierno, que creció en 3,0% como resultado de los esfuerzos en atender la emergencia económica, destacándose la dispersión de giros a la población más vulnerable, los subsidios a la nómina y la capitalización del Fondo Nacional de Garantías.

En este sentido, se espera que en lo que resta del año dicho ritmo de crecimiento se acelere, más cuando se dará continuidad a parte de los programas financiados con recursos del Fondo de Mitigación de Emergencias (Fome).

Respecto a los demás componentes, es preocupante que el consumo privado y la inversión decrecieron a ritmos de 15,9% y 32,2% a causa de factores como el cambio de los patrones de consumo de los hogares, el aumento del desempleo, una mayor propensión a ahorrar, así como la extensión del confinamiento social obligatorio en el país y la incertidumbre sobre la normalización de las actividades productivas. En cuanto al sector externo, la disminución de la demanda externa y la pérdida de los ingresos asociados al turismo llevaron a que las exportaciones cayeran en 27,4%. En sentido similar, las importaciones decrecieron en 28,8%.

No obstante, los datos publicados por el Dane a través del Indicador de Seguimiento de la Economía (ISE) también evidenciaron que hacia el mes de abril se habría dado el mayor impacto de la crisis generada por el covid-19, toda vez que dicho indicador pasó de caer en dicho mes a 20,1% a hacerlo a 11,1% en junio, lo que denota una aceleración de la dinámica productiva, explicada principalmente por la apertura gradual de sectores y municipios con una nula o baja incidencia de covid-19.

Lo anterior se encuentra en línea con la reciente evidencia empírica que apunta a que la pandemia en si misma tuvo un efecto significativo sobre la economía, pero que los confinamientos sociales también lo han hecho. Por ello, con el fin de que esta anhelada recuperación económica, que parece ya dar algunos visos, se materialice durante la segunda parte del año, se requiere de la apertura de la política pública en materia de contención y confinamientos. Mantener los esquemas actuales, sin un análisis asertivo en materia de costo/beneficio, pondrá en riesgo la recuperación de la confianza de los hogares y empresarios.

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