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Analistas 01/12/2016

Nuevas esclavitudes

Sandra I. Fuentes Martínez
Directora Grupo SAF- Colombia
La República Más
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Desde 1833 se abolió la esclavitud a nivel global, en 1851 ocurrió lo mismo en Colombia y en 1949 se aprobó el convenio para eliminar la represión de la trata de personas y de explotación de la prostitución. Es por esta última, que Naciones Unidas, decreta el 2 de diciembre, como el Día Internacional para la Abolición de la esclavitud y sus nuevas formas contemporáneas. 

La esclavitud, implica someter, obligar, humillar; en esencia, negar la dignidad humana y la libertad de una persona. Este problema milenario, mundial, es un flagelo para la humanidad y en lugar de aminorarse con el tiempo, se ha fortalecido y transformado en múltiples formas con muchas máscaras que apresan la esencia de millones de personas. 

Para Naciones Unidas, las nuevas formas de esclavitud son: la trata de personas, la explotación sexual, el trabajo infantil, el matrimonio forzado y el reclutamiento forzoso de niños para utilizarlos en conflictos armados.

Si nos concentramos en el ámbito laboral, debemos hablar que la nueva esclavitud es al trabajo forzoso, el cual se concentra, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en personas vulnerables como mujeres y niñas obligadas a prostituirse, migrantes atrapados en esquemas de servidumbre por deudas, trabajadores clandestinos, todos en forma ilegal.

Las cifras recientes de la OIT: casi 21 millones de personas son víctimas del trabajo forzoso: 11,4 millones de mujeres y niñas, y 9,5 millones de hombres y niños. Alrededor de 19 millones de víctimas son explotadas por individuos o empresas privadas y más de 2 millones por el Estado o grupos rebeldes. 

Una alerta importante en el contexto actual, es que otra de las poblaciones vulnerables del trabajo forzoso, son los migrantes y refugiados; según el Banco Mundial para el año 2015 se registraron 250 millones de migrantes y ACNUR reportó 65,3 millones de personas desplazadas. Este incremento significativo, exige que los gobiernos adopten medidas de control y prevención; por ejemplo, sumarse a 50 for Freedom; donde la OIT busca persuadir a 50 estados a ratificar el protocolo sobre trabajo forzoso antes del 2018, y con ello que se movilicen en contra de la esclavitud moderna-. 

Uno de los aspectos que alimenta el trabajo forzoso es la competencia desmedida de las empresas, que se centran en incrementar sus ingresos en un contexto de consumismo desenfrenado, queriendo ganar más invirtiendo poco, convirtiendo incluso a sus trabajadores en recursos. En este contexto, toma vigencia el pensamiento de Maquiavelo, de que el fin justifica los medios, para alcanzar en este caso el tan deseado desarrollo, a costa de la dignidad misma del ser humano.

Este desarrollo centrado en lo económico, exclusivamente, se debe reemplazar por el desarrollo humano, que, según el Pnud, debe situar a las personas en el centro del desarrollo, buscando que estas desarrollen todo su potencial, aumente sus posibilidades y disfruten de la libertad de vivir la vida que valoran. 

En nuestro contexto de construcción de paz, este es un aspecto relevante a gestionar desde las organizaciones, ya que el trabajo forzoso es una forma de violencia a abolir. 

Parece utópico cambiar estos flagelos crecientes, pero la humanidad debe asumir su humanidad y recuperar la conciencia del bien común, pasando del yo al nosotros. Recor- demos un apartado de la canción Imagine de Jhon Lenon “Imagínate a todo el mundo, compartiendo el mundo. Puedes decir que soy un soñador, pero no soy el único. Espero que algún día te unas a nosotros, y el mundo será uno solo”.

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