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Analistas 17/05/2018

Turbulencia financiera en Argentina

Rodrigo Botero Montoya
Exministro de Hacienda

Después de sacrificar 10% de las reservas internacionales y elevar la tasa de interés a 40% para detener la salida de capitales, el gobierno del presidente Mauricio Macri ha decidido solicitar el apoyo del Fondo Monetario Internacional. Los mercados han expresado falta de confianza en la política económica del gobierno, en el proceso de toma de decisiones y en la independencia del Banco Central.

La elevación de la tasa de interés por parte de la Reserva Federal afectó el flujo de capitales hacia los países en vía de desarrollo y contribuyó a devaluar sus respectivas monedas, aunque no en las mismas proporciones. Aquellas economías con grandes desequilibrios como las de Turquía y Argentina revelaron su vulnerabilidad al eventual encarecimiento del crédito externo. En la metáfora de Warren Buffett, cuando baja la marea se descubre quiénes estaban nadando sin traje de baño.

La Argentina necesita disponer de abundante financiamiento externo para cubrir un déficit fiscal cuantioso. El acceso ininterrumpido, y a costo razonable, a las fuentes externas de capital depende de la confianza de los inversionistas en la coherencia de la política gubernamental y en la competencia técnica de los responsables del manejo económico. Esa confianza se ha debilitado por causa de decisiones desacertadas, por la falta de coordinación entre los integrantes del equipo económico y por señales oficiales que han creado confusión.

En el mes de diciembre, cediendo a presiones del gobierno, el Banco Central modificó la meta de inflación hacia el alza, indicando la adopción de una postura monetaria más laxa. Ante una diferencia de criterio entre el gobernador del Banco Central, Federico Sturzenegger, y el jefe de gabinete, Marcos Peña, se puso en evidencia que la autoridad monetaria estaba supeditada a un funcionario de la Casa Rosada.

Eso es algo que tiene consecuencias. Según el economista Kenneth Rogoff, quien asistió en Buenos Aires a una reunión del Grupo de los Treinta, ‘El Banco Central independiente es muy importante. Es difícil explicar por qué, pero es algo que importa mucho.’…’Que los mercados perciban que el Banco Central está perdiendo su independencia es extremadamente desestabilizador.’

La opinión pública argentina es particularmente sensible al vínculo entre inflación y devaluación, por asociarlo con el espiral que conduce a crisis financieras. Con el propósito de reducir una inflación de dos dígitos, se utilizó la tasa de cambio como un ancla para contrarrestar las presiones inflacionarias.

El retraso cambiario resultante introdujo una distorsión adicional al manejo económico. El intento infructuoso por defender una paridad cambiaria poco realista terminó por averiar la credibilidad del Banco Central. El fraccionamiento de la dirección de la política económica entre varios ministerios hace más dispendioso el logro de consensos.

El presidente Macri está haciendo un valeroso esfuerzo por mantener el delicado equilibrio entre la necesidad de corregir distorsiones económicas heredadas y el deseo de demostrar la viabilidad de un gobierno no-peronista. Merece el respaldo internacional. El apoyo del FMI a la Argentina debe suministrarse con flexibilidad y con voluntad constructiva.

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