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Analistas 29/09/2017

Desarrollo de la altillanura

Roberto Junguito
Exministro

La Navegación Comercial por el Río Meta y el desarrollo agro-industrial de la Altillanura han sido unas de las grandes aspiraciones de Colombia y solo hasta ahora parecen comenzar a ser una realidad. En la geografía de los Estados Unidos de Colombia publicada por Felipe Pérez en 1863 se destacaba que “el río más importante del Estado (Boyacá) es el Meta por ser todo él navegable por vapores, los que lo recorrerán en gran número cuando una población mayor que la actual haya aumentado las crías y las producciones de la agricultura”. Se tiene conocimiento que la navegación a vapor por el Meta solo se pudo establecer de manera transitoria por un inmigrante francés a Colombia, José Bonnet, a finales del siglo XIX. Hoy en día apenas circula de manera comercial una embarcación que realiza una travesía diaria entre Puerto López y Puerto Carreño y gracias al desarrollo ganadero muy incipiente en el Vichada comienzan a navegar planchones transportando ganado gordo hacia el centro del país.

Un gran ejemplo de desarrollo agroindustrial es la explotación pecuaria moderna de la Hacienda San José en el Vichada en las cercanías del Meta donde este gran río colinda con Venezuela. Allí, con una visión de tecnología moderna y agro-industrial, se han transformado tierras pantanosas de las cercanías del Meta y establecer más de 5.000 hectáreas con pasturas y un hato ganadero con más de 6.000 cabezas con una selección de ganado precoz de la raza Nelore, nacido en la Hacienda, con más de 400 cabezas, lo que simboliza el desarrollo potencial de la altillanura. El éxito de dicha ganadería se fundamenta en cinco etapas fundamentales. Primero, la gestión o manejo de la Hacienda basada en la profesionalización y entrenamiento del personal, así como en la planeación del uso de la tierra y de los procesos técnicos.

Lo segundo es la capacidad de montar una agricultura de pastos de precisión, donde se está experimentando con diversas variedades principalmente de “braquiarias” desarrolladas originalmente en Colombia. Lo tercero es la técnica del manejo del ganado que comprende el suministro de agua, establecimiento de bebederos, rotación de los potreros, y manejo de los animales que garantice el bienestar animal. Lo cuarto se refiere a la genética de los animales y la selección de razas precoces como el Nerole referido atrás.

Lo quinto y no menos importante es lo que se denomina la sustentabilidad del negocio que tiene que ver con el buen manejo del medio ambiente, como es la defensa de los morichales y la fauna silvestre y la responsabilidad social empresarial no solo con los trabajadores, sino particularmente con las comunidades vecinas, entre estas, indígenas quienes, parecería increíble, todavía cuidan sus resguardos con arcos y flechas. Lo que sí se resalta en estas zonas es la falta de presencia del estado, particularmente, en lo que se refiere al mantenimiento de la carretera hacia Puerto Carreño y la construcción de vías terciarias, así como la ausencia de prestación adecuada de servicios y bienes públicos como la educación y la salud para los habitantes de la zona. Si el estado cumple con sus funciones de suministrar bienes públicos y si desarrolla una política de tierras amigable al desarrollo agro-industrial de gran escala, el sueño de convertir la Altillanura colombiana en una despensa de comida para el mundo podrá ser una realidad.

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