.
Analistas 27/11/2024

Y no aprendemos!

Ricardo Arango
Analista

A raíz de la reciente intervención de la sociedad pastusa Quántica Digital por parte de la Superintendencia de Sociedades de Colombia, donde se captaron ilegalmente $1.543 millones de 230 ahorradores, me vienen a la memoria los innumerables casos, algunos de ellos muy sonados, en los que incautos ahorradores cayeron en manos de inescrupulosos que ofreciendo altas rentabilidades y cantos de sirena, los llevaron a pérdidas cuantiosas de sus patrimonios personales o empresariales.

Arranco con uno de los primeros casos que tuvo repercusión a nivel nacional. A finales de la década del 60, la firma cartagenera Caribesa Mercantil del Caribe Ltda., concesionario de carros de propiedad de Alfonso Gutiérrez de Piñeres y de herederos de Leonidas Lara, captó recursos de la sociedad cartagenera, incumpliendo la totalidad de sus pagos. Aún recuerdo con angustia esos momentos, dado que mi madre en busca de recursos adicionales (el eterno problema) invirtió en Caribesa y perdió los recursos del seguro de vida de mi padre, lo cual obviamente significó un momento de mucha incertidumbre para la familia.

Según la Revista Semana, la tradicional empresa Camacho Roldán y Cía., dedicada a la fabricación y venta de muebles, manejada por Gabriel y Fernando Camacho Rubio, nietos de Salvador Camacho Roldán, en 1982 entró en quiebra. Unos 400 personajes de la sociedad bogotana, casi todos socios de un prestigioso club social de la ciudad, fueron atraídos por las captaciones clandestinas que reconocían intereses hasta de 44% anual, alcanzando una cuantía de $700 millones. El mecanismo utilizado era crear cuentas bancarias con falsos nombres de terceros en las cuales depositaban los recursos captados. Al presentarse la quiebra la empresa entró en cesación de pagos y los ahorradores perdieron todos sus recursos. Según la revista Dinero de noviembre de 1995 “muchos de los afectados tienen hoy en día que fiar un par de cigarrillos y Gabriel Mallarino murió de pena moral al quedarse sin los ahorros de su vida”.

Nuevamente el país y sobre todo la alta sociedad bogotana, en 1988 se escandalizan con el famoso caso de Los Picas. Juan Ricardo Escobar Bonitto (apodado Picas), Guillermo Uribe Holguín y Julio Acosta Bonilla, aprovechando su estatus social y el reconocimiento de la firma de bolsa de su propiedad Luis Carreño Mallarino, captaron recursos a través de empresas creadas por ellos, como Compañía General Financiera y Factores S.A. Estos recursos fueron utilizados para inversiones en el sector inmobiliario e industrial entre otros y al verse obligados por parte de la Superintendencia Bancaria a desmontar la operación, se enfrentaron a la imposibilidad de liquidar los activos adquiridos con estos recursos. La defraudación, según El Tiempo, superó la cifra de $3.000 millones. Según comentarios de la prensa de la época, 90% de los acreedores estafados eran socios de los más prestigiosos clubes bogotanos.

A finales de los 80, las empresas de electrodomésticos J Glottman e Icasa, cuyo principal accionista era Jaime Glottman Finvar, captaron ilegalmente recursos del público. Según publicación de el diario El Tiempo del 26 de julio de 1991, por lo menos $4.000 millones les burlaron a 1.500 personas. La oficina captadora era un apartamento familiar en Chapinero y las cifras se manejaban en una contabilidad subterránea por fuera de los libros de ambas entidades. Los rendimientos que ofrecían estaban entre 2,7% y 3% mensual. Jaime Glottman fue condenado por la justicia colombiana y salió del país hacia Israel.

David Murcia Guzmán, un exasistente de camarógrafo, entre 2005 y 2008 montó un entramado de empresas en torno a la holding DMG. DMG funcionaba mediante un mecanismo de venta de tarjetas prepago, que podían ser utilizadas luego en la compra de bienes y servicios ofrecidos por los comercios asociados a DMG (supermercados, tiendas de electrodomésticos, muebles, vehículos, etc.). Los recursos captados se retribuían a tasas muy superiores a las ofrecidas por el mercado financiero tradicional. Esta famosa pirámide como fue calificada en su momento, captó recursos por aproximadamente US$2.000 millones en cabeza de 214.000 ahorradores en toda Colombia. Según el portal BBC Mundo, al momento de la liquidación solo se encontraron US$21 millones para responder.

Como lo mencioné en un capítulo de mi libro ‘Lo vi y Lo viví’, la quiebra de Interbolsa puede ocupar el primer puesto en el podio de la pérdida de recursos por parte de los ahorradores, pues no solo fue una cuantía importante, sino que además se trataba de la firma más grande del mercado bursátil colombiano. El grupo Interbolsa recibía recursos a través de los fondos administrados por la Sociedad Administradora de Inversión, a través de la Sociedad Comisionista de Bolsa y a través del Fondo Premium en el exterior. Eran famosas las operaciones en repos de acciones que llegaron a valer $600.000 millones, siendo la más sonada las realizadas sobre las acciones de Fabricato. Según publicación de La FM de noviembre del 2017, la Sociedad Comisionista de Bolsa fue liquidada por Fogafín, quedaron alrededor de 300 víctimas, las cuales reclamaron $254.000 millones. No obstante, solo fueron recuperados en este proceso $65.000 millones. El impacto final para los ahorradores del Fondo Premium y de los fondos administrados por la SAI no es conocido de forma oficial.

Y no habían pasado dos años cuando apareció Factor Group Colombia, de propiedad del hoy prófugo de la justicia David Wigoda, quien, de acuerdo a información de El Espectador, estafó a 1.557 personas por un monto de $143.000 millones. El negocio consistía en captar recursos para ser invertidos principalmente en negocios especulativos inmobiliarios y ganaderos. Wigoda arrancó Factor Group con el tradicional descuento de facturas, sin embargo, al igual que en los casos antes mencionados, se le abrieron las agallas y vio la oportunidad de un enriquecimiento rápido.

El tema de las libranzas tampoco se escapa de los manejos irresponsables de los recursos de los ahorradores. Las libranzas son créditos de los empleadores a los empleados, garantizados con el salario o la pensión. Se origina así un título valor llamado pagaré-libranza, que puede ser negociado en el mercado. Se crearon así empresas dedicadas a comprar estos créditos con recursos de ahorradores a quienes bajo la figura de venta, les ofrecían tasas muy superiores a las del mercado. Errores en la estructuración del negocio, operaciones fraudulentas y desvío de recursos, llevaron a la quiebra a varias de ellas. Uno de los casos fue Estraval, cuyos socios eran Cesar Mondragón y Juan Carlos Bastidas, dejando afectados a 5.227 ahorradores por un monto de $613.000 millones de los cuales se esperaba recuperar $218.000 millones según lo informó La República. El otro caso igualmente grave para resaltar en 2016 fue el de Elite International Américas S.A.S., entre cuyos socios estaban Francisco Javier Odriozola, José Alejandro Navas, Marino Constantino Salgado y Jorge Enrique Navas. Una vez fue intervenida, en el proceso de revisión, la liquidadora encontró presuntas irregularidades en las operaciones de Elite, entre ellas ventas que no tenían el respaldo de libranzas, ventas de pagarés que estaban en mora, ventas de libranzas que ya habían sido canceladas y se negociaban nuevamente, y el denominado ‘gemeleo’ de libranzas, modalidad en la que vendían paralelamente la misma obligación financiera, tal cual como lo expresó la fiscalía en sus investigaciones iniciales. En informe publicado por la Universidad Javeriana, se habla que las reclamaciones de los ahorradores superaban el billón de pesos.

Y para rematar, el año pasado se descubrió la estafa por más de $4.900 millones en la pirámide ganadera manejada por Felipe Rocha, descendiente de la prestigiosa familia Rocha de alta tradición en el medio taurino. Y nuevamente hay 67 personas afectadas, entre las que se encuentra el hijo de un expresidente de la República, pertenecientes nuevamente al selecto ámbito de un club social y deportivo de la capital.

Y si en Colombia llueve por fuera no escampa. En Estados Unidos se presentaron dos sonados casos de pirámides con la misma tipología de lo que he narrado hasta ahora. El más grande estafador de la historia, Bernard Madoff, expresidente del Nasdaq, creó una estructura gigantesca a nivel mundial. Era tal el éxito que había que tener palanca y pertenecer a la élite mundial para poder invertir en sus fondos. Al final la defraudación alcanzo los US$65.000 millones. Por otro lado, Allen Stanford convicto estafador, a través de su banco Stanford International Bank, atrajo captaciones en varios países causando pérdidas a los ahorradores del orden de US$7.000 millones. A través de la firma Stanford Comisionista de Bolsa extendió sus tentáculos a Colombia, dejando a muchos inversionistas colombianos dentro del grupo de los estafados.

Ojalá este repaso de algunas de las defraudaciones a ahorradores ingenuos a través del tiempo sirva para abrir los ojos ante tanto encantador de serpientes. No olvidemos la regla número uno de las inversiones: A mayor rentabilidad, mayor riesgo.

Conozca los beneficios exclusivos para
nuestros suscriptores

ACCEDA YA SUSCRÍBASE YA