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Analistas 24/04/2022

La Orquesta del Titanic

Ramiro Santa
Presidente Sklc Group

El 10 de abril de 1912 zarpaba el navío RMS Titanic comandado por el capitán Edward Smith desde Southampton, Inglaterra, a Nueva York, Estados Unidos, con la atención y admiración del mundo. El transatlántico estaba diseñado para ganarle el mercado a la competencia Cunard Line con sus dos barcos: el Lusitania y el Mauritania.

El astillero Harland and Wolff y la linea naviera White Star lo diseñaron en 1908, y fue construido y botado al mar en 1911, era el buque mas rápido, mas lujoso y mas grande que se había hecho hasta el momento pues tenia 269 metros de eslora por 28,19 metros de manga; 9 cubiertas, 3 helices y 29 calderas alimentadas por 159 hornos de carbón para ser operado y atendido por 885 tripulantes para 2.787 pasajeros. También llevaba 5 pianos de cola, 13.000 botellas de cerveza, 30.000 huevos, 28 toneladas de carne, 8 toneladas de pollo, 400 kilos de te, 1.100 galones de leche y 700 botellas de vino entre muchos alimentos y artículos.

Fueron tantos los recursos, tanta la experiencia, esfuerzo y ciencia alrededor del proyecto y que el director de la linea J.Bruce Ismay hizo la aseveración “ni Dios lo puede hundir” (frase también atribuida a un joven en conversacionales con Sylvia Mae Harbaugh esposa de Albert Caldwell)*; que para el efecto en esta nota solo sirve para poner un punto de referencia y reflexión sobre actuaciones momentos de crisis.

Bajo esa lógica y ante el riesgo inminente de perder la democracia, las libertades y el respeto por los derechos humanos, como lo sufren en estos momentos los otrora países con importantes desarrollos en lo económico, cultural, científico y social como fueron los cubanos, venezolanos, argentinos y ahora en procesos de arrepentimiento de españoles, chilenos y peruanos, Colombia esta ad portas de caer en la trampa muy elaborada y patrocinada por los intereses que han bañado en sangre y desgracia a los colombianos.

Este es el momento para que los líderes sociales, empresariales, culturales y espirituales asuman con coraje y decisión su responsabilidad sin tibiezas. En Colombia como en el Titanic naufragaran realidades, libertades, sueños y trabajo de todos los habitantes del territorio como pueden dar fe los millones de víctimas que creyeron en los cantos de sirenas llenos de cuentas que no tienen explicación aritmética e historias que no se cumplen, pues la prioridad no son las personas si no la toma con violencia de un botín, como ya es conocido en otros países.

El liderazgo en este momento no se debe centrar únicamente desde las conversaciones y las redes sociales, no se puede seguir embelesados tocando instrumentos mientras se hunde este barco construido con tanto esfuerzo. Es el momento de la acción de todos y cada una de las personas en su círculo de influencia, en las empresas, en el campo, en los barrios, en las comunidades. Lo que se está defendiendo no es un mal necesario. Es la construcción de un presente y futuro con la ética del trabajo, de la libertad de expresión, de empresa y movilidad, del respeto por la vida en un marco de garantías de ley. Todas las familias, todas las personas tienen que perder si el naufragio se convierte en una realidad ante la colisión con un iceberg de mentiras, odio y sed de riqueza, poder y venganza.

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