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Por estos días, no es para menos, la posibilidad de consolidar una paz estable en una de las zonas más turbulentas de la historia, concentra la atención del plantea. Sin embargo, no solo Oriente Medio marca la agenda del momento y el debate, por instantes, se vuelca hacia otros asuntos que aunque lo aparentan, nada tienen de banales. Ya entenderán por qué lo digo.
A la par de las expectativas por las fases venideras -después de la entrega de los rehenes-, a mi juicio, las más tensas y complejas; al otro lado del mundo, desde la clandestinidad, la lucha de María Corina Machado, parece renacer. Con el premio Nobel de Paz, su nombre vuelve a figurar en las primeras planas de esa misma prensa internacional que, meses atrás, se rindió ante las conocidas artimañas de Nicolás Maduro, casi que condenando al olvido una causa cuya legitimidad es imposible poner en duda.
Pese a que la dictadura en Venezuela, hay que reconocerlo, se ha hecho paisaje. Los acontecimientos recientes podrían reeditar un propósito que se creía perdido: recuperar la democracia en el país vecino. Además, con la Casa Blanca chequeando pendientes, es mejor añadir a este capítulo tres puntos suspensivos.
Pero evitemos perder de vista lo que subyace. Entre una latente incertidumbre, resultados disímiles, dos turbulentas realidades enquistadas y esperanzadoras pequeñas victorias; un liderazgo mundial emerge. Los creíamos refundidos. Añejos, incluso. Pero hay que reconocer que de consolidarse el fin de la guerra en Gaza y el establecimiento del Estado Palestino (única solución posible), Donald Trump -le duela a quien le duela-, sería el llamado a quedarse con el título. Aunque su política migratoria siga en el ojo del huracán; en el caso del conflicto israelí-palestino -que no es simple ni reciente-, se ha mostrado como el referente capaz de articular procesos milimétricos.
Ahora bien, si de la cabeza de la oposición venezolana se trata; basta con recordar los cientos de videos que delante de una pared blanca, pese al desconcierto generalizado, no se cansa de publicar la mujer que hoy es víctima del más descarado asedio por parte de un gobierno usurpador. Renunciar a su libertad para mantener viva su apuesta, requiere convicción. Persistir en la opción democrática para derrotar una dictadura, implica responsabilidad y coherencia aun cuando prevalezcan las circunstancias adversas. He aquí, entonces, otro perfil a mantener en el radar.
Y es que, un verdadero líder se ocupa de lo que le preocupa. Trasciende las quejas, evita lamentaciones, reconoce actores clave en coyunturas particulares y, en consecuencia, convoca. Un líder real reconoce en la confianza su mayor activo y es consciente de que su poderoso efecto se cimienta en resultados palpables y acciones medibles.
Por lo pronto, queda abierto el debate sobre la reinvención que ameritan los tiempos modernos alrededor de dicha figura y de lo que significa, desde ese rol, encarar las demandas actuales. Pedidos que, lo vemos, se la juegan por ser universales. Distinto, y ruego no confundir, por favor, con ciertas aventuras intergalácticas de las que nos han venido hablando. Las coyunturas exigen y los hechos lo demuestran. Un líder mundial no se consolida a punta de hashtags.
P.D.: que la invasión a Ucrania no se vuelva paisaje.
En este contexto, el papel de los expertos adquiere mayor relevancia. Contar con asesoría profesional facilita los procesos legales, fiscales y cambiarios que, aunque están diseñados para ser claros, pueden resultar complejos para quien llega por primera vez
El comercio no es una guerra silenciosa entre compradores y vendedores. Es un intercambio voluntario en el que ambas partes ganan, siempre