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Analistas 03/05/2014

Una carretera estadounidense hacia ninguna parte

Foto: jim wilson/the new york times
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Pero la reciente propuesta del presidente Barack Obama, que de hecho es un modesto programa de infraestructura -302,000 millones de dólares a cuatro años para reparaciones y mejoras de tránsito-, parece que no va a llegar a ninguna parte, gracias a la pelea por la forma de pagarlo.

Y esto me lleva a algo que empecé a decir allá en 2008 y que sigue siendo cierto: cuando estamos en una trampa de liquidez, la virtud se vuelve un vicio y la prudencia es una locura. Preguntar cómo se va a pagar la infraestructura puede parecer prudente pero en realidad es profundamente tonto.

Pensemos en esto: ¿cuál sería el verdadero costo de reparar las carreteras? Eso no desviaría capital de otras inversiones; ese capital no tiene a dónde ir y los mercados prácticamente le imploran al gobierno federal que pida prestado fondos y los ponga a trabajar.

También desviaría la mano de obra de otras tareas: el desempleo entre los obreros de la construcción sigue siendo elevado.

Así pues, es profundamente irresponsable NO gastar ese dinero y es tonto preocuparse por el financiamiento.

Sin embargo, es evidente que no hemos aprendido nada en más de cinco años de economía de la depresión.

Un acertijo monetario

Muy bien, llámenme confundido. He visto numerosas personas alabando a un reciente estudio del Banco de Inglaterra (puede leerse aquí: bit.ly/1kLQqwS) sobre la forma en que los bancos crean dinero, diciendo que presenta una forma radicalmente nueva de ver la economía. Y es un buen artículo. Pero no parece estar, de ninguna manera importante, peleado con lo que el economista James Tobin escribió hace 50 años (aquí: bit.ly/1iDEcVx). De hecho, el estudio del Banco de Inglaterra menciona extensamente el trabajo de Tobin. Y yo siempre he considerado al dinero en términos tobinianos, aunque en ocasiones use descripciones abreviadas que pueden mal interpretarse si las sacamos de contexto. Lo mismo puede decirse de muchos economistas.

Aun más, la idea clave de Tobin -que está plenamente de conformidad con el análisis del Banco de Inglaterra- es que, si bien los bancos son criaturas más complicadas que los prestamistas mecánicos de dinero que nos gusta presentar en el primer curso de economía, eso no significa que tengan la capacidad ilimitada de crear dinero o que de alguna manera puedan sustraerse a las reglas comunes de economía.

¡No permita que el realismo monetario se convierta en misticismo monetario!

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