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Analistas 10/04/2017

¿Qué le pasó a la agenda comercial de Trump?

Foto: New York Times
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Cierto, Trump está tuiteando amenazas sobre el comercio con China, y quizás pase algo grande luego de su reunión con Xi Jinping, el presidente de ese país. Pero eso nos lleva a la pregunta: ¿Trump realmente está en posición de seguir adelante con el tema comercial en forma seria?

Mi respuesta es que probablemente no, excepto como una decisión tomada por desesperación política.

El punto de partida de cualquier discusión en ese sentido tiene que ser la observación de que durante la campaña, cuando Trump hablaba de comercio, no tenía idea de lo que estaba hablando; no más de lo que sabía sobre la atención médica, o los impuestos, o el carbón. Específicamente, Trump parecía tener dos falsas ideas:

1. Que los acuerdos comerciales existentes son obviamente injustos para Estados Unidos, y nos ponen en desventaja.

2. Que restringir el comercio sería bueno para Estados Unidos y malo para los extranjeros, por lo que la amenaza del proteccionismo nos da mucha influencia.

Ahora, la realidad: si buscamos las ventajas obvias del TLCAN, no las vamos a encontrar. El acuerdo echó abajo la mayoría de las barreras comerciales entre Estados Unidos y México; no había ninguna asimetría marcada. En realidad, dado que para empezar los aranceles mexicanos eran más altos, de hecho México hizo más concesiones que nosotros (aunque estábamos dando acceso a México a un mercado más grande). China es un poco más complicada; se puede decir que los chinos efectivamente evaden parte de las reglas de la Organización Mundial de Comercio. Pero ni siquiera en ese caso resulta obvio qué se demandaría en un nuevo acuerdo.

Además, la manipulación china de su moneda era un tema hace cinco años, pero ahora no.

¿Qué hay con respecto a los efectos del proteccionismo? Dejemos a un lado los beneficios del comercio explicados en Economía para Principiantes y simplemente hablemos de los intereses comerciales. El hecho es que el comercio internacional moderno crea una interdependencia como no lo hacía el comercio clásico. Los productos que se exportan con frecuencia se producen con muchos componentes importados, y los bienes que se importan a menudo incluyen indirectamente muchas de las exportaciones propias. 

Cuando compramos autos a México, solo la mitad del valor agregado es mexicano, y la mayor parte del resto proviene de Estados Unidos; así que si restringimos esas importaciones, muchos trabajadores de la producción estadounidenses resultarán afectados. Si restringimos la importación de componentes desde México, vamos a elevar el costo de los productores estadounidenses que exportan a otros mercados; otra vez, muchos empleos estadounidenses sufrirán un golpe. Incluso si ignoramos por completo los efectos sobre los consumidores, las políticas proteccionistas producirían muchos perdedores en el sector industrial estadounidense.

Trump tampoco puede ignorar los intereses de los consumidores. Cuando menos, Walmart emplea a 1,5 millones de personas en Estados Unidos, o 30 veces el número total de mineros del carbón en el país.

Entonces, cualquier intento de Trump por ponerse serio respecto al comercio enfrentará una feroz oposición, no del tipo de personas a las que a sus partidarios les encanta odiar, sino de intereses comerciales importantes. ¿Realmente está listo para eso?

Al menos hasta el momento, la agenda comercial de Trump, como tal, ha conllevado tuitear sobre empresas, diciéndoles que deben conservar empleos aquí, y después llevarse el crédito por cualquier acción que emprendan y que aparentemente crea empleos. Y eso le dio un par de ciclos de noticias favorables. Sin embargo, en la práctica significa poco o nada.

Todo esto sugiere que en lo que respecta al comercio, como en todo lo demás que sea sustancial, el “Trumpismo” va a estar resoplando sin mucho que mostrar. Pero hay una observación que me hace dudar; a saber, la creciente necesidad de Trump de encontrar alguna forma de hacer que se deje de hablar de la espiral de la muerte de su gobierno. La política interna está estancada; la historia con respecto a Rusia se le está acercando más cada día, y hasta los republicanos están empezando a dejar de tener miedo a enfrentarse al hombre que desprecian no tan en secreto. ¿Qué va a hacer Trump?

La respuesta clásica de las juntas en colapso es la solución de las Malvinas: reunir el apoyo de la nación creando una confrontación externa de cierto tipo. Normalmente esto conlleva una guerra bélica, pero quizás una guerra comercial cumpla el mismo fin.

En otras palabras, nada importa el nacionalismo económico y todo eso. Si Trump efectivamente hace algo drástico con respecto al comercio, no será motivado por sus teorías económicas. Será motivado por el desplome de su nivel de aceptación pública.

(Lea también: Fox news no nos enriquece)

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