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Analistas 14/04/2014

La falta de coraje entre los hacedores de política

Foto: Andrew Testa/The New York Times
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Estaba citando como principal ejemplo al gobierno de François Hollande, en Francia, pero también la falta de firmeza del Partido del Trabajo de Gran Bretaña. Y sugirió que la respuesta es una cuestión de recursos y organización: “Buscar buen consejo (y distinguirlo del malo) requiere tiempo o dinero”, escribió el Sr. Wren Lewis. “A un gobierno establecido le resulta mucho más fácil que a un gobierno nuevo o de oposición”, consideró.

Bueno, no puedo hablar de la situación europea, pero hemos tenido nuestra propia versión de una más o menos izquierda fallando totalmente para arremeter contra la macroeconomía austeritaria en Estados Unidos; el “giro” del Presidente Obama desde el empleo a los déficits, que de hecho empezó en 2009, cuando los demócratas aún controlaban ambas cámaras del Congreso.

Y en este caso nadie puede presentar el argumento de los recursos; el Sr. Obama no solo era un presidente titular con mayoría en el Congreso, sino que el progresismo moderno de Estados Unidos tiene un gran aparato de análisis de política por fuera del gobierno cuya mayoría se oponía enérgicamente a este giro.

No obstante, ahí estaba el Sr. Obama advirtiendo en noviembre de 2009, nada menos que en Fox News, que los déficits excesivos podrían causar una doble recesión.

Entonces, ¿cómo pasó eso? Con base en mis observaciones, lo reduciría a la influencia de la Gente Muy Seria, cuya visión sobre la economía a su vez tiende a estar impulsada principalmente por la industria financiera.

Es difícil de creer, pero cuando el Sr. Obama se presentó en Fox News para decir que el déficit era una enorme amenaza, también hubo rumores generalizados de que pronto reemplazaría a Tim Geithner, el ex secretario del Tesoro, con … con Jamie Dimon, el director ejecutivo de JPMorgan Chase.

Y lo que esa gente de la industria financiera le decía al Sr. Obama era que se cuidara de los vigilantes invisibles de los bonos.

Sugeriría que es casi igual en Europa. El Partido del Trabajo debería estar escuchando a economistas como Jonathan Portes y, bueno, al Sr. Wren Lewis, pero estoy seguro que sus líderes están mucho más interesados en los puntos de vista de los hombres bien trajeados de La City.

El Sr. Hollande tal vez sea un hombre de la izquierda como nadie de la política estadounidense, pero sigue recibiendo consejo de banqueros que le dicen que la rectitud fiscal lo es todo (y aunque Francia bien podría estar a la izquierda de Estados Unidos en la mayoría de los aspectos, no tiene nada como la infraestructura intelectual del movimiento progresista estadounidense para contraatacar la supuesta sabiduría del gran dinero).

Supongo que podría decirse que siempre fue así.

Pero la naturaleza de nuestra situación económica actual es que la política inteligente requiere ignorar lo que tienen para decir las personas supuestamente responsables, quienes suenan como si supieran de lo que hablan (¡Y vamos, son ricos, así que deben saber algo!).

Y ningún gobierno de la izquierda moderada ha tenido el coraje intelectual y moral para hacerlo.

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