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Analistas 26/08/2012

Cambio de mentalidad, pero no de política

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La revista New Statesman tuvo una buena idea este mes - contactó a 20 economistas británicos que a principios de 2010 habían firmado una carta demandando austeridad inmediata y les preguntó si seguían apoyando las políticas de George Osborne ahora que Gran Bretaña ha entrado en una doble recesión.

Sólo uno de los que contestaron dijo que sí, mientras que nueve urgieron al Sr. Osborne, Ministro de Economía y Hacienda, a reconsiderar su postura respecto al estímulo. Bien por ellos.

Sin embargo, me decepcionó ver tantos de los economistas pródigos afirmando que reaccionaban al cambio de las circunstancias en lugar de admitir que simplemente se habían equivocado.

Puesto que las circunstancias realmente no han cambiado; Gran Bretaña tenía en ese entonces una economía deprimida y ahora la sigue teniendo. Aplicar austeridad fiscal con una economía deprimida, y en particular cuando la política monetaria convencional ha alcanzado sus límites, obviamente fue una mala idea desde el principio. Hablando sin rodeos: lo que escribía sobre la austeridad en 2010 se ve bastante bien un par de años después.

La realidad del asunto es que los defensores de la austeridad optaron por tirar por la ventana la macroeconomía básica.

Y en eso, no el fracaso para anticipar sorpresas negativas, es donde se equivocaron.

Malos voceros

“Gran bretaña tenía en ese entonces una economía deprimida, y ahora la sigue teniendo”.

En su blog, el economista David Glasner recientemente arremetió contra Art Laffer, también un economista, por su terrible columna de opinión sobre los estímulos publicada a principios de este mes en The Wall Street Journal; el economista Brad DeLong también lo hizo, por distintos motivos.

Extrañamente, ninguno de ellos notó la extraordinaria afirmación del Sr. Laffer de que Estonia e Irlanda son el mejor ejemplo del fracaso de los estímulos: “De las 34 naciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, las de mayor brotes de gasto entre 2007 y 2009 vieron el menor crecimiento en la tasa del PIB antes y después del estímulo”, escribió. “Las cuatro naciones - Estonia, Irlanda, República Eslovaca y Finlandia - con los programas de estímulo más grandes tuvieron caídas más pronunciadas en su crecimiento”, consideró.

¿Estonia e Irlanda supuestamente no debían ser los héroes de la austeridad? ¿Qué tan incompetente hay que ser para no entender bien la historia?

Pero entonces, ha quedado claro que el periódico The Wall Street Journal y la derecha, en general, han pasado tanto tiempo priorizando la lealtad sobre la competencia que ni siquiera se dan cuenta cuando usan como supuestos expertos a gente que se sabe que está equivocada.

¿Qué tan denso hay que ser para lanzar a James Glassman, coautor de “Dow 36,000”, como autoridad sobre las maravillas del plan económico de Mitt Romney?
 

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