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Analistas 24/03/2014

Analizando más a fondo la desigualdad

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Recientemente prometí que compartiría algunas inquietudes persistentes respecto a un documento de investigación sobre redistribución y crecimiento de Jonathan D. Ostry, Andrew Berg y Charalambos G. Tsangarides, del Fondo Monetario Internacional (FMI). Concluyen que no hay efecto negativo en las políticas de redistribución, al menos dentro del rango de lo que normalmente vemos, y que muy posiblemente hay un efecto positivo de la reducción en la desigualdad.

Creo que puedo parafrasear provechosamente mis inquietudes en términos de mi comparación favorita sobre estos asuntos, que es entre Estados Unidos y Francia.

¿Por qué este par? Porque estamos hablando de dos países avanzados que claramente tienen niveles similares de competencia tecnológica pero que han tomado opciones de política social muy distintas. En particular, Francia no solo redistribuye mejor, sino que con los años ha expandido su redistribución, limitando el aumento en la desigualdad general, mientras que Estados Unidos no lo ha hecho.

Entonces, ¿cómo se comparan los destinos de ambos países durante la Nueva Época Dorada? El crecimiento de hecho ha sido más lento en Francia, aunque difícilmente es la catástrofe que la incesante mala prensa sobre el país podría llevarlo a esperar (vea el gráfico de esta página sobre el producto interno bruto real per cápita).

Aún más impactante, empero, es que el nivel (en lugar de la tasa de crecimiento) del PIB per cápita francés es sustancialmente más bajo que el de Estados Unidos.

Esta es mi inquietud con respecto a Ostry et al. Supongamos que una persona piensa que políticas fuertes de redistribución reducen el nivel de producción; pero que es un cambio único, no una depresión permanente en el crecimiento. Entonces, esta persona podría aceptar el resultado del estudio de ausencia de impacto en el crecimiento, creyendo al mismo tiempo en efectos graves en la producción.

Ahora, los investigadores del FMI discutiblemente han respondido a esta objeción incluyendo también el nivel actual de PIB per cápita en sus regresiones, lo que indica que un país con un PIB per cápita inferior al de Estados Unidos debería estar creciendo más rápido que Estados Unidos, manteniendo todo lo demás constante. Entonces, cualquier efecto depresivo de la redistribución debería aparecer como fracaso de materialización de este crecimiento más rápido. Pero me tiene intranquilo si esto basta.

De forma interesante, el deficiente desempeño francés es una cuestión de bajo insumo de trabajo en lugar de baja productividad (vea el segundo gráfico). Una vez que ahondamos en este bajo insumo laboral empieza a verse como resultado de algunas políticas muy específicas en lugar de redistribución en general: un sistema de pensiones que fomenta la jubilación temprana, regulaciones que dan a los franceses menos horas y muchos más días de vacaciones que nosotros.

En general, sigo estando en gran parte persuadido por el documento de investigación del FMI, pero pienso que debemos admitir que no es algo tan seguro como les gustaría a los liberales.

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