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Analistas 14/05/2022

El humanismo político

P. Harold Castilla Devoz
Rector General de Uniminuto

Durante varios meses y en estos últimos días hemos vivido en nuestro país una intensa actividad política que nos coloca frente a lo que significa pensar en las apuestas de la construcción del bien común para todos. En este marco, hay que reflexionar y proponer a la comunidad en general sobre cuál es el papel de un ciudadano activo que se compromete con el desarrollo de unos procesos que conducen a la gestión de un contrato social en perspectiva de bienestar y buen vivir. Recuperar la conciencia sobre la responsabilidad y la participación de los ciudadanos en la vida política es una necesidad, basada en el humanismo, que cobra especial importancia en el mundo de hoy. Es necesario insistir en esa dimensión política, logrando incidir de manera concreta, buscando defender derechos, cumplir deberes y promover políticas públicas para aquellos que requieren de un capital social en su desarrollo.

Vale la pena comprometernos con una acción que sigue a la crítica, como parte de un pensamiento firme y argumentado. Lo más importante es aterrizar, poner en práctica esa apuesta de sentido que busca siempre defender la dignidad humana y la construcción del bien común. Se trata de que todos los ciudadanos seamos parte de la conciencia crítica pero también de un movimiento versado, como el cúmulo de sabiduría práctica, la apropiación de una experiencia que se responsabiliza de su presente y futuro. En esta perspectiva es necesario que todos los colombianos recuperemos la conciencia de que somos una sociedad civil dinámica, que genera un conocimiento pragmático, es decir un conocimiento que lleva al discernimiento y a la acción de una decisión que va a redundar en justicia, equidad y paz.

Es necesario que, en estos momentos, pero siempre, la visión de la ciudadanía nos lleva a recuperar y descubrir la plena conciencia y misión que como parte de la “polis” nos corresponde: transformar el mundo. Desde allí, el “ciudadano político humanista” asume su responsabilidad para involucrarse, con determinación, en todos los asuntos que son del ámbito público, saliendo de esa visión intimista de la vida privada, alejándolo quizá de observar su día a día para transformar el entorno. Ningún ciudadano puede abdicar de la participación en la política. Eso se concreta de diferentes modos, pues de una misma ciudadanía crítica y activa nacen compromisos políticos. El compromiso que supera la ideología de cualquier partido político.

La política es plumiforme, va más allá de los partidos, aunque estos sean la ruta más auténtica para desarrollar unas ideas que llevan a la concreción del contrato social. Esto nos indica que es necesario estar presente en la acción política sin claudicar de aquellos valores de la caridad, como máxima expresión de la política, y del bien común, es decir, de la fraternidad con todos, incluso con los contrarios. Así pues, tenemos hoy una misión importante en la política, todavía más ante una realidad social en que las democracias están siendo devoradas porque grupos extremistas están ocupando ese lugar que hace que se disminuya el diálogo y el desarrollo de un pensamiento compartido y altruista.

Ante ello, existe la necesidad de afirmar con radicalidad la caridad, paciencia, diálogo, ternura y comunión como método político. En ese sentido, el ejercicio de la política tiene el propósito de construir una lógica mayor que la confrontación y buscar el poder no entendido como “el fin no justifica los medios”, sino como esa voluntad que hace posible alcanzar una sociedad donde todos quepamos y nadie se quede atrás. El destino del mundo está en juego por múltiples complejidades y, desde esta interpelación, estamos invitados a descubrir la importancia de la acción política de la misericordia, del diálogo, de la escucha, de la justicia social y de la convivencia pacífica.

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