No internacionalizarse ya no es opción

En las últimas semanas he tenido oportunidad de asistir a varios e intensos debates sobre las relaciones empresariales Iberoamérica-Europa y a foros sobre inversión bilateral, tanto de las empresas multilatinas en España como de las compañías españolas en Latinoamérica. Entre ellos, y como presidenta del capítulo ibérico del Consejo de Empresarios de América Latina, a la primera cita del espacio de debate Tribuna América de Inversión, puesto en marcha por Ceal Ibérico y Casa de América como marco en el que los principales empresarios iberoamericanos pueden exponer sus planes de inversión, debatir sobre la actualidad económica y explicar sus casos de éxito.

Como en todos estos últimos foros a los que me refería, en esa primera Tribuna América, que tuvo como gran invitado al empresario argentino Alejandro Bulgheroni (honorary chairman de Pan American Energy LL), salió a relucir la necesidad de internacionalización de nuestras compañías iberoamericanas. Y me he reafirmado en la idea de que no emprender la aventura exterior, en un mundo globalizado, es una inmensa equivocación.

Porque la internacionalización no es ni una aventura o moda pasajera. Ni los nuevos mercados constituyen un mero antídoto para tratar de mejorar balances en tiempos de crisis nacionales. Traspasar fronteras no es una salida a la crisis, es una apuesta de futuro que tiene como meta, precisamente, evitar futuras crisis y crecer. Además, la historia nos está demostrando que es justamente la no internacionalización lo que puede constituir un fatal error. Se trata de un proceso que hace mejores y más eficaces a las compañías y hoy, de la única vía para que nuestras compañías se expandan. 

Tengo la teoría de que cualquier empresa que se internacionalice se hace mejor, porque gestionar a miles de kilómetros requiere mejoras en los departamentos financieros, de recursos humanos, de gestión y control, de todas las áreas… Una compañía tiene que ser más excelente si está fuera, las empresas que se abren al mundo y trascienden fronteras son más eficaces y exitosas.

La internacionalización siempre es buena, pero tiene coste a corto. Cuando una compañía sale fuera suele perder dinero. La expansión internacional tiene un castigo a corto plazo, pero un premio a medio y largo. Es una penalización inicial que a veces asusta e impide ver los beneficios finales. En Latinoamérica, compañías con mercados internos en crecimiento a veces deciden no salir al exterior, en la idea de que la  inversión en su país reporta más beneficios que invertir en internacionalización. En España la salida masiva de empresas ha tenido un componente negativo para algunas, que no han podido soportar el tirón. Pero son las menos. En general, las que se han internacionalizado han tenido resultados positivos. Y recogen ya los frutos.

Esto lo saben bien grandes empresas colombianas como Ecopetrol, Bancolombia, Grupo Aval,  Argos, Nutresa, EPM, Avianca, ISA…, pero también, y de forma creciente, muchas pequeñas y medianas empresas, que asumen el reto y la oportunidad de internacionalizarse en otros países de la región o en EE.UU., Europa, Asia… Y que frente al posible choque cultural y de una realidad muy diferente, esgrimen con éxito la estrategia de ser empresas globales con soluciones locales.

Además de a la continuidad de la tradicional corriente de internacionalización de las empresas españolas en Latinoamérica (en muchos países España ha sido uno de los primeros inversores) y a la fuerte y positiva internacionalización de las empresas latinoamericanas a España (por primera vez la región es gran inversora en España), hoy día asistimos al fortalecimiento de una tercera vía. Al hecho de que España invierte en Latinoamérica y Latinoamérica invierte en España se suma un proceso en el que las empresas de ambas regiones se asocian para dar juntos el salto a terceros mercados con proyectos nuevos. Y si antes la expansión era más bilateral,  ahora ya es absolutamente global. No internacionalizarse no es ya una opción.