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Analistas 21/08/2018

La apertura comercial, una apuesta estratégica

Núria Vilanova
Presidente de ATREVIA

El comercio ha sido, en muchas ocasiones, sinónimo de paz entre las naciones. Es la gran diferencia con respecto a las estrategias proteccionistas y aislacionistas que se han convertido en la antesala de conflictos y guerras. Los ejemplos abundan: ocurrió no solo en los años 30 del siglo XX sino en las guerras napoleónicas o durante los siglos XVII y XVIII cuando chocaron las estrategias mercantilistas de las monarquías europeas.

En el actual contexto, donde las tentaciones proteccionistas parecen renacer, Colombia se ha convertido en Latam en uno de los países que más claramente lidera la apertura comercial. Cuenta en la actualidad con 16 Tratados de Libre Comercio vigentes y el país es fundador de uno de los bloques más abiertos y dinámicos de la región, la Alianza del Pacífico. El mérito de esta apuesta se halla en que se ha tratado de una política de Estado que no ha sufrido vaivenes ni contramarchas: empezó con el acuerdo con México (1994); y se profundizó durante las Administraciones de Uribe y Santos.

El resultado es que se ha triplicado el número de potenciales consumidores de productos colombianos en una década, de 490 millones a 1.500 millones. Colombia ha logrado estrechar sus vínculos comerciales con los principales actores internacionales (EE.UU. y la UE) y regionales (Mercosur, Centroamérica y Canadá).

El nuevo presidente, Iván Duque, más allá de sus desacuerdos con el Gobierno saliente, tiene intención de continuar lo hecho hasta por diferentes Administraciones, ya que considera que los tratados de libre comercio son una buena herramienta para abrir mercados e impulsar la economía. Su idea pasa, según ha declarado, no tanto negociar nuevos acuerdos en los próximos cuatro años, sino por aprovechar los ya existentes para diseñar una diplomacia comercial, sanitaria y de apertura de mercados. Es decir, implementar los Tratados en marcha e insertar al país en las cadenas de valor de forma exitosa.
Y efectivamente, si la primera parte de esta estrategia de apertura al mundo consistió en la firma de esos 16 tratados de libre comercio, la segunda que ahora arrancaría tiene que ir dirigida a perfeccionar, diversificar y darle valor añadido a lo que Colombia exporta para convertir su inserción económico-comercial en uno de los pilares de su política de Estado en materia de relaciones internacionales.

Como señaló un informe de la Universidad del Rosario, “los Tratados de Libre Comercio por sí solos no bastan para crecer en exportaciones, hay que sumarles estrategias que permitan enfrentar la competencia”. Ahí se encuentra el talón de Aquiles colombiano: sus exportaciones como porcentaje del PIB, representan solo 13,7% del PIB, cuando Panamá y México alcanzan cifras de 40%. El grado de apertura comercial de Colombia es de los más bajos de la región: de 26,9%, lo que contrasta con la apertura comercial de México (de 72,7%). Las exportaciones de Colombia, como porcentaje de las exportaciones mundiales, se ubican en 0,2%, muy lejos de México, que exporta 2,36% y Brasil (1,17%).

Para acometer estas tareas Colombia se encuentra bien posicionada ya que existe voluntad política interna y cuenta con aliados externos. Ha hecho los deberes con visión de largo plazo; posee una clase política que mayoritariamente cree en la apertura al mundo para ser más competitivos, y el país está en la Alianza del Pacífico, que lidera e impulsa el libre comercio de bienes y servicios frente a los vientos proteccionistas que soplan a nivel internacional.

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