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Analistas 21/12/2022

Lo que aprendí de la final de fútbol

Natalia Zuleta
Escritora y speaker
Natalia Zuleta

Qué pasa por la cabeza de un jugador cuando debe tener resultados en un tiempo determinado y sus sueños están en juego. Cuando los marcadores de un partido cambian intempestivamente. Sin duda el deporte es un juego que parte de lo físico para llegar a desafiar un estado mental en el que la fortaleza y el enfoque son determinantes. Mucho se ha escrito sobre las lecciones del deporte para el liderazgo, la figura de un coach es sin duda la figura de un líder por llevar a un equipo diverso a alcanzar una meta. Pero siento que hay muchas más enseñanzas de las evidentes que llevadas a un plano espiritual pueden hacernos entender nuevas dimensiones. Tal vez les parezca extraño una mujer hablando de una final de fútbol, pero debo confesar que mi instinto de escritora se activó con esta final del mundial.

Cómo simple espectador pude navegar por mi ansiedad a pesar de no ser ninguno de los dos equipos mi fuerte. Una suerte de instinto patriótico suramericano me inclinaba hacia Argentina, pero al mismo tiempo mi admiración por figuras como MBappé hacía la balanza inclinarse. Mas allá de este fulgor que todos experimentamos pude observar atentamente el comportamiento de los jugadores de los equipos y creo que en ellos podemos encontrar grandes enseñanzas sobre la vida, pues sus historias están compuestas de entereza, templanza y resiliencia.

La entereza de carácter como cualidad que puedo decir viene del espíritu pues requiere de valor, fortaleza y una gran disciplina. Cuando conectamos con nuestro potencial espiritual sin duda abrimos espacios para conocer nuestras verdaderas capacidades para enfrentar los desafíos en la vida. A mi parecer es como si hubiéramos olvidado esta parte de nosotros y que requiere ser cultivada desde la primera infancia. La entereza implica también un compromiso moral con nuestros valores. Y esa carencia es lo que ha hecho que la sociedad a veces se pierda en un ciclo de desesperanza y confusión colectivas.

Volviendo a los jugadores de fútbol, cuando un partido se pone difícil y desafiante su instinto y más que eso diría su espíritu los lleva a buscar la cohesión para alcanzar el resultado, no se derrumban ni se confunden. Puede que el cansancio físico se delate, pero tienen en su mente el objetivo claro y la camiseta se convierte en un recordatorio de su verdadera esencia. No soy una persona religiosa pero justo me encuentro con este versículo mientras escribo este artículo: “Romanos 5:3-5 NVI Sobre la entereza. Y no solo en esto, sino también en nuestros sufrimientos, porque sabemos que el sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza.”

La templanza cualidad visible en este enfrentamiento se presenta como esa capacidad de ser flexibles pero moderados para nutrir el carácter. Porque nada es más emocional y fuerte que enfrentarse a un partido en un estadio lleno de hinchas, energías y emociones muchas veces desbordadas. Y en esa oleada que viene y va y que seguramente resuena en los corazones de los jugadores está la cualidad de poder nutrirse de ella, pero sin dejar afectarse, tomar lo necesario para impregnarse de ímpetu, pero saber que tienen el control en sus mentes y en sus corazones.

Y ahora la resiliencia que es una palabra tan de moda y a la vez una cualidad espiritual tan difícil de lograr. Todos queremos etiquetar la resiliencia como uno de nuestros atributos presentes antes un mundo tan desafiante e incierto. Y esta sí que la vimos en cada uno de los jugadores de Argentina y Francia que entregaron su corazón durante 120 minutos y más. Resiliencia al adaptarse a los cambios permanente de un partido y unos resultados inesperados. Sin embargo, esa capacidad de mantenerse firmes y enfocados, confiados en una fuerza.

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