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Analistas 22/05/2023

Catarsis

Natalia Zuleta
Escritora y speaker
Natalia Zuleta

Llevo ya varios días experimentando una extraña mezcla de sensaciones, pensamientos y emociones. Es ese común estado en el que las cosas se revuelven y sentimos un torbellino emocional e intelectual que nos confunde y nos hace mirar el mundo desde un lugar diferente, tal vez desde la desesperanza. Una suerte de inconformidad con lo que vivimos que se manifiesta en un vacío en el estómago o simplemente un sentimiento de impotencia que nos vuelve irascibles. Entonces retroalimentamos este sentir con imágenes de feminicidios, robos, violencia, inflación creciente, reforma laboral y un universo de factores que hacen de nuestro hábitat el más adverso. Debo admitirlo que estos días de tantas difíciles noticias me he sentido confundida y agotada. Entonces me pregunto ¿cómo navegar en este mar de incertidumbre? Porque es necesario encontrar una salida para que este sentir no se convierta en una ola colectiva de ansiedad y pesimismo. Lo que suele ocurrir es que ideamos conversaciones repetitivas con amigos, compañeros de trabajo, familiares y hasta nuestra pareja, sobre lo mal que está el mundo, sobre el alza en el costo de la vida, el inconformismo con un gobierno, el poco tiempo para hacer las cosas que nos gustan, el clima bipolar del planeta, los trancones, hasta volver la lista interminable.

Estas recurrentes conversaciones comienzan a generar en nosotros un velo gris, yo hablo de energías de baja frecuencia porque creo en su poder de influenciar nuestra forma de vivir. Al fin y al cabo, todo es energía. Es como si las creencias limitantes que alimentamos a lo largo de nuestra vida, el miedo y la ansiedad como dos de las emociones más comunes de esta era, fueran el fuego que hará hervir dentro de nosotros mismos una suerte de infelicidad permanente. Sin embargo, la naturaleza y las leyes del universo en su sabiduría nos brindan escenarios y herramientas para descargarnos, limpiarnos y continuar con el ciclo de la existencia. Llamaría catarsis a ese estadio en el que podemos liberarnos y limpiarnos de todo lo que compone ese velo. Los griegos en su filosofía ya hablaban del término khátharsis como una forma de purificación. Una purificación de las pasiones, una liberación de los recuerdos que alteran la mente. En términos actuales una limpieza del disco duro de nuestro cerebro y por qué no del corazón y del cuerpo. ¿Pero cómo llegar a ella o invitarla a nuestras vidas? No existe una fórmula exacta en un libro, pero si recursos a nuestro alcance que podemos utilizar para procurar un estado de mayor plenitud y libertad en la cotidianidad. Podemos tener una vida más liviana.

Les comparto mi inventario: pausar sin excusa en algún momento del día, hacer conciencia de qué emociones y pensamientos nos nublan, identificarlos. Empezar por reconocer que como humanos podemos tener emociones negativas y abrazarlas con compasión. Darnos espacio para entendernos y respirar profundo para darle a cada emoción su lugar y trascenderla. Suena poético, pero es una práctica, una verdadera meditación cuando nos sentimos ahogados con tantas cosas que llevamos dentro. Entendernos, darnos espacio, no negar las emociones sino escucharlas y avanzar. Así empezando por nosotros mismos podemos comenzar a entender a otros y así darnos cuenta de que lo que sucede en el mundo nos pasa a todos, es una responsabilidad colectiva estar bien para elevar nuestra frecuencia vibratoria. Llámenlo esoterismo o como quieran, yo lo llamo responsabilidad espiritual. Mi invitación hoy es a la catarsis obligada porque sin duda alguna todos tenemos derecho a los días difíciles y todos tenemos la responsabilidad de trascenderlos.

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