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Analistas 18/08/2021

¡Epa! ¿Se les fue la mano?

Maritza Aristizábal Quintero
Editora Estado y Sociedad Noticias RCN

Fui la más indignada con las imágenes vírales de Daneidy Barrera, conocida como Epa Colombia, destruyendo estaciones de Transmilenio, grafiteando paredes, haciendo alarde del vandalismo y jactándose por la “valentía” de agarrar un martillo y protestar arruinando la ciudad. A ella no se le podía llamar influencer, eso significaba darle poder a alguien que justamente representaba un antimodelo.

Esa mujer y en ese momento, merecía todo el peso de la ley. Pero algo pasó. Me percaté del movimiento en redes sociales en apoyo a Epa Colombia y en una visita a sus cuentas (entretenida, no lo voy a negar) logré notar que no hablábamos ni de la misma mujer ni de esa antítesis de influencer de hace dos años. No sé qué tanto será real y qué tanto será una puesta en escena, pero lo cierto es que Daneidy ahora fabrica su imagen alrededor de un discurso constructivo, para algunos popular o del mal gusto, pero es reiterativa en que todo el mundo puede cambiar y es posible salir adelante; sigue siendo excéntrica, ostentosa y un poco estrafalaria, pero su mensaje cala, y para bien, en personas que en vez de salir a pedir todo regalado, optan por trabajar para conseguir lo que quieren.

Tampoco estoy en contra de sancionar a Epa y a todos los vándalos, pero como dicen por ahí, ni tanto que queme al santo ni tan poco que no lo alumbre. La solución como casi siempre está por la mitad. Epa ya había aceptado los delitos de daño en bien ajeno, y perturbación en servicio de transporte público, pero el delito de instigación a delinquir con fines terroristas, pasó el límite ¿Se merecía en realidad una pena intramural de cinco años (es decir media década en una cárcel) una multa de 492 salarios mínimos ( ósea $447 millones) y la prohibición para usar sus redes sociales?

Ella y todos los vándalos deben ser sancionados, pero, ¿es proporcional, para una mujer que, diríamos, ya está resocializada, cuando esa es justamente la razón de una pena? El arrepentimiento no quita la culpa, estamos de acuerdo, pero les pregunto: ¿estamos juzgando este caso por lo que hizo ella hace dos años o por la indignación que genera el titular de todos los días de encapuchados qué destruyen todo y sin que nada les pase? ¿No estaremos tratando de hacer catarsis en ella por todo lo que no han pagado los demás? ¿O se trata realmente de una pena ejemplarizante que envía el mensaje de que el vandalismo se puede castigar?

En un país como Colombia, donde los corruptos están libres, o los secuestradores y reclutadores están en el Congreso, las penas no están medidas con la vara de la justicia sino con el grado de impunidad ¿Por qué cinco años para Epa Colombia y ninguno para exguerrilleros? ¿Por qué cinco años mientras corruptos de cuello blanco siguen campantes?

Cómo serán de escasas nuestras expectativas sobre la justicia, que dos años para una sentencia, como en el caso de Epa, nos parece un fallo veloz.

A Epa aún le queda el recurso de casación. Su reto será demostrar que no hubo instigación al terrorismo y pagar por los otros delitos. La tarea de la justicia queda en no ser ni parecer selectiva: judicializar con la misma efectividad a los delincuentes que secuestran ciudades, atacan policías y acaban la infraestructura pública; esos casos, aunque menos mediáticos son más urgentes y sí son actos terroristas.

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