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ANALISTAS 08/08/2025

Tres años de avance hacia una nueva economía

Mario Alejandro Valencia
Docente universitario. Ex subdirector general del Departamento Nacional de Planeación
Mario Alejandro Valencia

La llegada del gobierno del presidente Gustavo Petro y de un proyecto progresista, se dio en medio de un contexto de profundización de los conflictos sociales del país, causados por la pobreza, la desigualdad, la exclusión, las violencias y las brechas regionales. Además, en medio de transformaciones globales importantes, enmarcadas en el surgimiento de un nuevo orden económico mundial, las guerras comerciales, el auge de nuevas potencias y la transición energética.

A nivel económico, existen problemas estructurales en Colombia: un modelo de baja capacidad de producción nacional y con fuerte presencia de dinámicas rentistas. Estas últimas se expresan en una reconfiguración del rol del Estado, que orienta su aparato institucional y, en muchos casos, aporta recursos públicos para garantizar la viabilidad de determinados negocios privados. Varios segmentos de actividades como la energía y el gas, la vivienda de interés social, la salud, la infraestructura, los monocultivos y otras extensivas, reflejan algunos elementos que se traducen en dificultades para la supervivencia empresarial y limitan la competitividad.

Frente a esta situación, la visión económica y social del gobierno del presidente Petro se ha orientado a dejar sentadas bases sólidas para una nueva economía que supere el extractivismo y el rentismo. Para ello, se han diseñado y se encuentran en implementación un conjunto de políticas públicas, medidas y acciones que apuntan a una transformación productiva con sostenibilidad, a la reducción de la pobreza y la desigualdad, y a la consolidación de alternativas en el marco de la biodiversidad, como base material de la paz y el cierre de brechas territoriales.

Las políticas de reindustrialización, transición energética, agroindustria, turismo, inteligencia artificial, reforma agraria, cambio climático, entre otras, trazan una senda en cuanto a la importancia de la creación de riqueza y una nueva inserción en las cadenas globales de valor. No es ninguna de ellas de manera individual, sino su visión amplia de una nueva forma de interacción social, la que permitirá al país avanzar en los estadios de desarrollo.

Los resultados han sido positivos. En el contexto de la reactivación económica, en 2024 el PIB registró un crecimiento de 1,6%, consolidando esta tendencia en el primer trimestre de 2025 con un crecimiento de 2,7%. La demanda privada, como jalonador de este crecimiento, creció 2% en 2024 y estuvo acompañada de un incremento del ingreso real de la población de 5,8% y de tasas de desocupación históricamente bajas (8,3% a junio de 2025). De acuerdo con el Dane, estas dos son la principal explicación de la reducción de la pobreza (-2,8 puntos porcentuales) y de una leve mejoría en los índices de desigualdad. Asimismo, el déficit de cuenta corriente es el más bajo en casi dos décadas (-1,8% del PIB) y las exportaciones no tradicionales vienen ganando participación en las ventas externas totales del país (51,8% en junio de 2025).

En este proceso, se han priorizado sectores estratégicos en los que el país presenta un potencial significativo. En el sector defensa se ha fortalecido el segmento de astilleros mediante proyectos clave como la construcción del primer buque hospital fluvial, la primera fragata y un buque de apoyo logístico. También el acuerdo de colaboración firmado entre el Ministerio de Salud y la empresa privada, que se orienta a fortalecer las capacidades nacionales para la producción de medicamentos. La compra de tierras, las comunidades energéticas, la definición de minerales estratégicos y el inicio del ensamble de buses eléctricos, son algunos ejemplos exitosos y otros más en curso serán una realidad dentro de un año.

Como se ve, los desastres que se vaticinaban no han ocurrido durante los tres años del Gobierno del cambio. Por el contrario, la situación macroeconómica y las reformas sociales dan muestra de un manejo acertado y de una visión de transformación que seguirá avanzando. Volver al pasado no es una opción ni es deseable. Frente a la coyuntura global y las necesidades de integración latinoamericana, corresponde seguir caminando hacia una lógica económica que aproveche lo mejor de nuestras capacidades humanas en armonía con la naturaleza, para incrementar la producción de bienes y servicios de alto valor agregado.

* En colaboración con Nicolás Serrato Uribe

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