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Analistas 13/08/2018

Pacto por el respeto

María Claudia Lacouture
Presidenta de AmCham Colombia y Aliadas

En su discurso de posesión el presidente Iván Duque planteó un pacto por la legalidad, otro por el emprendimiento y uno más por la equidad. Muy importantes, sin lugar a dudas, aunque convendría un pacto adicional, tal vez el primero de todos, un pacto por el respeto. Respeto a las personas, a sus ideas y a sus preferencias; respeto a las instituciones, a las leyes, a los valores, a la diversidad; un respeto sin odio y con acuerdos sobre las diferencias.

Resultó preocupante -y para algunos chocante-, la andanada de odio y revanchismo desencadenada por el presidente del Senado en un acto tan significativo para la democracia colombiana, y la forma como celebraron sus coidearios, lo que contribuye a la división y no la unidad, por el contrario, se convierte en gasolina que alimenta las llamas en el otro extremo, propicia posiciones más radicales y situaciones irreversibles.

Importante resaltar las palabras del presidente Duque cuando proclamó entre sus prioridades la defensa de la vida, de la equidad, la lucha contra la corrupción, el crecimiento económico, de que todos construyamos esa nueva Colombia, la Colombia del respeto, de la tolerancia, la que no hemos podido tener en la era republicana por las diferencias y las discrepancias entre sus líderes.

Comencemos por el respeto a los acuerdos. Estamos frente a un acuerdo de paz que pondría fin a 50 años de confrontación con el mayor y más poderoso grupo insurgente que haya existido en América Latina, que además de su violento accionar se nutrió con la extorsión, el secuestro y el narcotráfico, pero que hoy lo tenemos representado en el Congreso por algunos de sus líderes, en un intento de hacer política, mientras sus bases aguardan a que lleguen los beneficios acordados. Debemos respetar los acuerdos y trabajar por su implementación.

Desde las posiciones de cada quien, podemos propiciar pactos por el respeto, en el trabajo, en la academia, en los barrios, en cualquier parte donde haya convivencia. Respetar el medioambiente, el entorno, los espacios comunes. Minimizar en lo posible las expresiones grotescas, los ademanes inadecuados, las salidas de tono.

El respeto comienza en casa, con una educación adecuada y ejemplarizante, con la promoción de los valores, con el respeto a los padres, a los hijos, a todas las personas que conviven con nosotros. En casa aprendemos a respetar el tiempo de los demás, a guardar silencio cuando es necesario, a escuchar con atención, a interpelar con argumentos, a responder sin soberbia, a reconocer los aciertos y entender los desaciertos.

El respeto es uno de los valores fundamentales del ser humano, esencial para una armoniosa interacción social. Para ser respetado hay que respetar, saber escuchar, intentar comprender las posiciones contrarias, valorar los intereses y preferencias de los demás. El respeto debe nacer de un sentimiento de reciprocidad, como lo resumió Confucio, el filósofo y gran maestro chino, con una regla de oro: No hagas a otro lo que no quieras que te hagan a ti.

La falta de respeto genera violencia, discordia, confrontación. Y eso es lo menos que necesita el país en este momento. Colombia está en construcción, los colombianos constituimos una Nación en proceso de lograr la prosperidad, la equidad, el desarrollo y la convivencia que desean nuestros gobernantes y necesitamos todos los colombianos.

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