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Analistas 07/06/2017

Otro subsidio a los ricos

Marc Hofstetter
Profesor de la Universidad de los Andes
La República Más
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En 2008, el gobierno del presidente Uribe puso en marcha la primera ronda de subsidios a la tasa de interés hipotecaria para vivienda nueva. El subsidio nació como un instrumento temporal para empujar el empleo y la actividad económica tras el enfriamiento global que causó la crisis financiera. Pero en Colombia, con los subsidios temporales suele pasar lo mismo que con los impuestos transitorios: se quedan. Tras cumplirse casi una década de aquel impulso transitorio al crédito hipotecario, hemos visto varias nuevas rondas, la última de las cuales se anunció la semana pasada. La banca y el sector de la construcción se acostumbraron a los subsidios. Si no se renuevan, se enfrían; para evitarlo, vamos de ronda en ronda de subsidios.

¿Son buena idea? A mi modo de ver no, pues no producen un bien público sino uno privado y buena parte de los recursos terminan favoreciendo directa o indirectamente a los más acaudalados.

Dice el Ministerio de Hacienda sobre el nuevo subsidio: “Cuando una familia toma un crédito hipotecario para una vivienda nueva, por ejemplo, por $320 millones a 15 años, a una tasa de interés de 12,5 % anual, la cuota mensual fija le queda en $2.800.000. Con estas nuevas coberturas, las familias podrán contar con una reducción de 2,5% en la tasa de interés que le cobra la entidad con la que financie la compra, lo que significa que el Gobierno subsidiará en promedio $400.000 de la cuota mensual durante los primeros 7 años”.

A mí ese frase me produce úlcera.  Para que a un individuo el sector financiero le otorgue un crédito que requiere cuotas de $2,8 millones, este debe tener ingresos de al menos $7 millones al mes. A ese individuo, que pertenece al decil de ingresos más alto de Colombia, el Estado le regalará $33,6 millones a razón de 400.000 mensuales por siete años. Además tendrá descuentos tributarios por ser deudor hipotecario.

¿Quiénes más se benefician? Sin duda el sector financiero vía un aumento en la demanda por créditos que le permite extraer rentas del Estado como lo mostramos hace varios años en un estudio con Jorge Tovar y Miguel Urrutia de la Universidad de los Andes. El sector se defiende argumentado que ellos extienden el subsidio luego del séptimo año, cuando el del gobierno se apaga. Sin embargo, esa oferta es hueca: la mayor parte de los créditos hipotecarios no llegan al séptimo aniversario, se pagan antes de llegar a esa edad. Si de verdad da igual quién paga primero el subsidio, quisiera ver al sector financiero ofreciendo pagar los primeros siete años. 

Hay dos ganadores más que tampoco debieran ser sujetos de ayudas estatales. Por un lado los constructores de vivienda No VIS. Por otro lado, los dueños de vivienda también se benefician porque el permanente impuso estatal a la demanda de la misma puede incrementar su precio. Esto aún es una conjetura pues no hay estudios que analicen con juicio el impacto de nueve años seguidos de subsidios a la tasa de interés hipotecaria sobre el precio de la vivienda. Lo que sí sabemos es que en ese lapso la vivienda ha subido 50% más que la inflación. 

Así, ganan los individuos que tienen músculo financiero para pedir créditos hipotecarios, ganan los bancos, los constructores y los dueños de vivienda. Y del proceso no queda un bien público que puedan disfrutar los que no participan de esa lotería.

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