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Analistas 13/11/2013

Gasto en infraestructura y tasa de cambio

Marc Hofstetter
Profesor de la Universidad de los Andes
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La tasa de cambio en Colombia suele darle dolores de cabeza a los ministros de Hacienda y al Banco de la República. A veces la migraña llega a niveles presidenciales. En la última década, caracterizada por el fortalecimiento de nuestro peso, las preocupaciones han venido por la potencial “excesiva” apreciación de la moneda. Con frecuencia el ejecutivo ha terminado trasmitiendo la responsabilidad del nivel de la tasa de cambio real al Banco de la República.

En el Gobierno pasado la táctica gubernamental incluía la presión mediática del presidente. A mediados de 2008 Uribe clamaba en plaza pública por una política monetaria más laxa: “Ninguna institución en Colombia puede estar tomando decisiones sin oír al pueblo colombiano... ¿Por qué si al Gobierno se le pide escuchar, el Banco de la República no lo hace?”. En el Gobierno Santos el tono de los reclamos gubernamentales públicos al Emisor ha sido más sutil. Por ejemplo, cuando hace un par años el Ministerio de Hacienda creía que el Banco debía comprar dólares con más ahínco, jugó la partida en el terreno en el que el Banco acepta mover sus fichas, es decir, el técnico. Hacienda publicó un estudio que sugería que Colombia tenía un nivel de reservas internacionales sustancialmente menor al óptimo y por tanto promovía una compra acelerada de divisas. El Banco, si bien no compró la cantidad propuesta, terminó comprando más que antes y respondiendo a la propuesta técnica con argumentos del mismo calibre. 

Cuando el Ejecutivo le ha pedido al Emisor tomar medidas devaluacionistas éste con frecuencia ha  respondido que el mismo Ejecutivo es el culpable de la apreciación cambiaria. El argumento es que si el Gobierno no gastara tanto, si ahorrara más, no sería necesario pedirle al resto del mundo recursos para financiar ese exceso de demanda y por tanto la tasa de cambio sería mayor. 

Acaba de ser publicado un estudio* que alimentará las discusiones futuras sobre la tasa de cambio y el rol del Gobierno en la misma. El estudio tiene implicaciones particularmente relevantes para el caso colombiano. Lo que sugiere la investigación es que un determinante muy relevante de la tasa de cambio real de un país es la inversión que haga en infraestructura vial. La idea es que a través de estas inversiones se abaratan los bienes locales lo que es técnicamente equivalente a depreciar en términos reales la tasa de cambio. 

Colombia ha iniciado un ambicioso plan para desatrasarse en su infraestructura vial. Como decía el director de la ANI en días pasados, “de 2000 a 2010 se construyeron 60 kilómetros de doble calzada en promedio por año. En 2011 pasamos a 100 kilómetros; en 2012, a 200 kilómetros y nuestra meta en 2013 es de 300 kilómetros”. En efecto, las concesiones de la llamada Cuarta Generación incluyen inversiones por $47 billones para 8.000 kilómetros de carreteras, 1.200 kilómetros de ellas en doble calzada. Según los cálculos de la agencia, los ahorros en tiempos de viaje serán del 30% y en costos de operación vehicular del 20%.

Pues bien, el estudio de marras diría que esa estrategia debilitará en términos reales nuestra moneda. Si en años pasados hubiéramos incrementado significativamente la cantidad y calidad de nuestras carreteras quizás no habríamos necesitado de discursos y alusiones al estado de opinión para presionar políticas monetarias encaminadas a depreciar el peso.

Twitter: @mahofste

*Du, Q. Xie, P y Wei, S. “Roads and the Real Exchange Rate”. NBER Working Paper 19291, agosto 2013. Cambridge, MA.

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