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Analistas 27/11/2013

El diálogo de sordos del salario mínimo

Marc Hofstetter
Profesor de la Universidad de los Andes
La República Más
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-El salario mínimo colombiano es muy alto comparado con estándares internacionales. En particular, cuando se le mide con respecto al salario medio del país, queda claro que está desfasado. Cerca de la mitad de los colombianos reciben remuneraciones por debajo del mínimo. Esa relación debe ser menor.

-El salario mínimo colombiano es muy alto comparado con estándares internacionales. En particular, cuando se le mide con respecto al salario medio del país, queda claro que está desfasado. Cerca de la mitad de los colombianos reciben remuneraciones por debajo del mínimo. Esa relación debe ser menor. 

-Eso solo lo puede decir un neoliberal desalmado. ¿Quiere aumentar la explotación de los trabajadores? Claro, como nunca ha vivido con un salario mínimo, no entiende lo que sufre una familia con esos ingresos.

-No, este no es un problema de empatía. Que me parezca una mala política subir el mínimo no quiere decir que a Ud. le importen más que a mí los pobres. Colombia tiene la tasa de desempleo más alta del hemisferio y ocupa puestos de vanguardia en cuanto a informalidad. Subir el salario mínimo ayuda unos pocos formales que lo reciben pero impide reducciones en el desempleo y la informalidad. Entre más suba el mínimo, mayor será la informalidad y el desempleo. Esos son los que requieren ayuda, no los empleados formales. Recuerde que los países no superan los grandes problemas por decreto. 

-Insisto. Los sindicatos pediremos un aumento justo del salario mínimo de al menos 10%.

-Lo sindicatos representan, por definición, a los empleados formales. ¿De qué le sirve ese aumento a un desempleado en una región remota del país?

-Ah, ¿y qué propone? ¿Tener salarios mínimos diferentes por regiones?

-Pues no es mala idea. No tiene sentido que el mínimo sea el igual en Bogotá que en el municipio de Alto Baudó. 

-Ah, volvemos a lo mismo. Ud. quiere condenar a los empleados de Alto Baudó a tener ingresos miserables. 

-¡No! En Alto Baudó no hay empleo formal. Hay desempleados e informales. Subir el mínimo no los ayuda, sólo hace más difícil que salgan de ese estado.

-Subir el mínimo aumentaría los ingresos de la población. Uds. no entienden que entre mejor le paguen a los trabajadores, más rinden.

-En lo último estamos de acuerdo. Pero el salario no puede estar desligado de la productividad de los trabajadores. Y seguramente cada empresa hace un mejor trabajo que el gobierno decidiendo cuánto de más le paga al trabajador para que rinda más.

-Ya volvemos con el cuento del mercado. Esto no es un problema de mercado sino de dignidad. No estamos hablando del precio de un tomate sino de la remuneración del esfuerzo de seres humanos y de la calidad de vida que puedan mantener con eso. 

-Sí, pero el salario mínimo no reparte la dignidad de forma equitativa. Cuando está desfasado de las realidades productivas del país o la región, le da dignidad a unos a costa de otros. No es un almuerzo gratis como le gusta decir a los economistas. Le propongo la siguiente alternativa. Volvamos el salario mínimo un salario de referencia, una sugerencia para los empleadores. Como el gran costo del mínimo son sus efectos sobre informalidad y desempleo, si logramos que estos bajen de 40% y de 6% respectivamente, volvemos a pensar en su obligatoriedad. ¿Qué dice?

-Olvídelo. Le propongo más bien que durante cinco años subamos el salario al menos el doble de la tasa de inflación. Si sancionamos severamente, con cárcel, a los que incumplan la norma habremos roto las trampas de la pobreza causadas por los malos salarios.  

-Hmm vamos mal si hay que ponerle policía a los precios.

-¡Que el salario no es un precio!

Twitter: @mahofste

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