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Analistas 13/03/2024

España y los latinos

“Spain is different” fue el slogan que el gobierno de Franco lanzó en los años sesenta para promover la llegada de turistas al país. Y en efecto lo es, solo que en un aspecto que hubiera sorprendido al dictador.

Tal vez el mayor problema que afrontan los países europeos, más que la guerra en Ucrania o las consecuencias del cambio climático, consiste en el colapso demográfico de sus sociedades.
Largamente una tendencia incremental, la caída en la tasa de natalidad es ahora un problema existencial. Los demógrafos nos dicen que se requiere de una tasa de 2,1 hijos por mujer solo para asegurar el reemplazo de la población. Si esta cifra es menor, la población inevitablemente se marchita con el tiempo.

En la actualidad, ningún país europeo cumple con este parámetro (el promedio de la región es de 1,53 nacimientos por mujer) y en algunos de ellos, como Italia, con 1,25; o España, con 1,17, se está llegando a niveles de despoblamiento irreversibles.

Algunas personas aplaudirán la tendencia; la conciencia malthusiana pervive. Si somos menos habrá más para los que quedan, dirán. Aunque es obvio que un crecimiento demográfico desbocado puede generar presiones enormes sobre los recursos naturales, el decrecimiento es igual de grave ¿Quién pagará las pensiones de los mayores? ¿Quién pagará los impuestos? Menos niños y niñas significan menos Einsteins o Picassos en el futuro.

En eso es donde España es diferente. A pesar de su escuálido índice de natalidad, las perspectivas del futuro demográfico, vis a vis sus pares europeos, son optimistas. Esto se debe a que la caída en la natalidad está siendo compensada con una inmigración fácilmente asimilable, lo que no tienen otros países como Italia, Alemania o Francia.

Esta proviene principalmente de Latinoamérica, región que contribuye con más de una tercera parte de la totalidad de los casi ocho millones de extranjeros que viven en el país. La identidad cultural, fundamentada en el idioma y en la religión, es la clave de bóveda del tema.

Mientras que familias musulmanas de tres generaciones viviendo en los banlieue franceses producen hijos que acaban dinamitando trenes, los migrantes latinos en España son prácticamente indistinguibles de un español al cabo de un par de veranos.

De manera muy inteligente, todos los partidos políticos españoles han visualizado el potencial. Normas como la de la diáspora sefardí, en un principio sospechosa por su generosidad, tienen toda la lógica vista desde esta perspectiva. Recientemente el PP y Vox han revivido el concepto de la “Iberoesfera” y el Psoe promueve amplias medidas pro migratorias.

La otra cara de la moneda es el vaciamiento lento de Latinoamérica. Aquí tampoco somos ajenos al desplome demográfico. En Colombia, la tasa de natalidad es 1,74. Paradójicamente el fenómeno de despoblamiento es peor en los lugares que aspiran a vivir sabroso implementando destructivas políticas socialistas. Hasta que no las superemos, muchos de nuestros mejores ciudadanos saldrán a buscar en el exterior la libertad y prosperidad que difícilmente encuentran en su tierra.

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