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Analistas 06/05/2024

El camino del despertar

Lewis Acuña
Periodista
La República Más

— Vamos a ver cómo puedo contestar esta pregunta, porque es una pregunta muy compleja— me dice el Dr. Mario Alonso Puig. La conversación entre nosotros duraría 37 minutos. La pregunta fue corta.

Hablaba sobre la infancia y los fallos en dimensiones vitales que nos determinan como personajes (lo que creemos que somos) y personas (lo que somos).

—La primera, afirma, es la dimensionón del querer. No queremos muchas veces de forma incondicional. Sí podríamos dar la vida sin pestañear por un hijo, pero en el día a día hay como una especie de yo te quiero más o menos dependiendo de cómo te portes. No es raro oír esa frase ‘si te portas así, papá y mamá no te van a querer’ o ‘si te portas así Dios no te va a querer’. Otra dimensión está en el creer. No creemos suficientemente en la capacidad innata de nuestros hijos para encontrar su camino. Esto puede hacer que intentemos dirigir sus vidas de la manera que nos parece a nosotros la más conveniente sin tener en cuenta que ellos tienen derecho a su propia vida. Fallamos en creer en su potencial.

—Otra dimensión. A veces nos fijamos más en sus errores que en sus aciertos y fallamos en el valorar el esfuerzo que hayan hecho, aunque a lo mejor no hayan conseguido el resultado que querían. Fallamos en valorar sus deseos de mejorar, su disposición. Otra dimensión es que podemos fallar en el desafiarles a crecer. Es decir, en el marcarles objetivos para que crezcan, para que realmente ellos vayan descubriendo cómo desplegar su potencial. Fallamos en el acompañar. Hay cosas que son muy difíciles y tienen que llevarla a cabo nuestros hijos, pero es importante que sepan que nosotros aunque no lo vamos a hacer por ellos, estamos acompañándolos. Que no están solos.

—La última, no les apoyamos cuando más lo necesitan. Como el caso real de alguien a quien conozco. El director del colegio le dijo ‘queremos que se lleve a su hijo -que estaba presente en la cita- porque es como un cáncer’. El padre le respondió ‘No. Yo le quiero explicar porque me voy a llevar a mi hijo de aquí. Él no puede estar en un colegio donde el director cree que un niño puede ser un cáncer’. Apoyó a su hijo quien es hoy en día un adulto con una vida extraordinaria. El apoyo fue el motor de crecimiento auténtico, no un ejercicio del ego para demostrar que se llegaría donde dijeron que nunca lo haría.

—Pero Doc. ¿El ego siempre es malo o está satanizado?— Una pregunta ‘muy compleja’ surgida de El camino del despertar, su nuevo libro.

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