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Analistas 20/05/2023

Boys club

Leticia Ossa Daza
Socia Directora Práctica LatAm Willkie Farr NY

En 2014, fue noticia que dos empleadas en la división de banca de inversión, quienes habían demandado a la prestigiosa entidad financiera Goldman Sachs en 2010 calificándola de ser un “boys club”, pedían el estatus de “class” para seguir el proceso y que otras mujeres pudieran unirse a este. Acusaron al banco de tratar a sus empleadas como empleadas de “segunda clase”.

Estas mujeres declararon, que ellas y otras empleadas habían sido víctimas de discriminación sistemática lo cuál dificultaba su ascenso profesional (argumentaron que solo pocas mujeres eran promovidas de vicepresidentes, VPs, a directoras gerentes, MDs), y, que sus salarios eran inferiores a los de sus colegas hombres (calcularon en ese entonces, que las mujeres ganaban 21% menos que los hombres).

Hace unos días, hizo noticia que 10 años después, Goldman firmó un acuerdo pre-judicial para cerrar este caso de “discriminación colectiva de género”.

La acción colectiva a la que se unieron cerca de 3.000 mujeres llegó a su fin con el pago de US$215 millones a las demandantes - se calcula que estas recibirán en promedio US$47.000 cada una y el resto irá a cubrir los gastos judiciales.

Goldman, que cuenta hoy con un net worth de aproximadamente $106 billones de dólares, se comprometió, entre otras cosas: a realizar una evaluación externa (a cargo de expertos independientes) de sus políticas internas durante un período tres años para asegurarse de que los procesos de evaluación y de promoción conllevan a “resultados precisos, confiables y no sesgados”, además de otros estudios sobre “equidad de remuneración” para evitar brechas salariales; y, a vigilar los procesos de promoción en los escalafones más altos (VPs a MDs, por ejemplo).

Si bien este compromiso representa un avance hacia la igualdad de género, también nos recuerda que los sesgos ya sean conscientes o inconscientes presentes en el ámbito laboral - no solo en el sector financiero que ha sido tradicionalmente considerado como un “boys club”.

La influencia que ejercen los estereotipos que existen en nuestra sociedad y los temas culturales, afectan nuestra forma de actuar, sin que muchas veces nos demos cuenta, y esto se convierte en una práctica sistemática que se traduce en emitir juicios y en tomar decisiones que resultan siendo discriminatorias.

Un estudio realizado en audiciones para seleccionar a los music@s para orquestas en EE.UU. reveló que las mujeres tienen menor probabilidad de ser escogidas en los casos en que su género es conocido antes de la audición. Cuando los candidat@s se ocultaron detrás de pantallas, el porcentaje de mujeres seleccionadas aumentó significativamente.

Otro análisis reciente hecho en América Latina por el Banco Interamericano de Desarrollo estima que el salario por hora de las mujeres sigue siendo inferior al de los hombres en 18%.

Quedan en evidencia las desventajas y retos que las mujeres siguen enfrentando. Al menos el identificar comportamientos discriminatorios nos permite intentar remediarlos y crear consciencia acerca de los sesgos existentes en pro de un sector laboral más incluyente.

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