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Tribuna Universitaria 06/06/2018

Garzón y la historia de la televisión

Leonardo Gómez Jiménez
Profesor de Medios Digitales
Analista LR

Se acabó la cautivadora serie de Garzón que nos permitió no solo conocer la vida del humorista, sino recordar momentos de la historia de nuestra TV, clave para entender mejor este negocio. El capítulo final recreó cómo Colombia amaba a Jaime Garzón y cómo le dolió su muerte. Pero 20 años después, no se demostró ese cariño con la sintonía. RCN obtuvo en promedio 5,6 puntos de rating mientras su enfrentado en Caracol superó los 14 puntos.

La manera como contaron la vida de Garzón fue fascinante porque paralelamente narraban la historia de Colombia y la historia de la TV nacional. Ninguna producción había mostrado con tanto acierto, detalles de lo que ha sido nuestra industria televisiva, que es relevante no solo para quienes adoramos este medio, sino para todos los que crecimos con los años dorados de nuestra tele en los 80s y 90s. En Garzón se recreó magistralmente el alba y el ocaso de Cinevisión, una de las grandes productoras de nuestra TV, y lo innovador que fue un proyecto híbrido de humor y política como Zoociedad.

Fue emocionante comprobar cómo el bajo presupuesto en una producción no es sinónimo de mala calidad o de fracaso y cómo las caras nuevas y no tan bonitas, también funcionan. Le pasó a Zoociedad y luego a Betty La Fea. Fue encantador también ver cómo lo improvisado puede en ocasiones resultar mejor que lo extremamente planeado y libreteado. Hoy el contenido online nos comprueba esa teoría.

Fue revelador ver cómo en una empresa más robusta como RTI, un proyecto más casual y menos formal como Quac no encajaba tan bien por las exigencias de la junta, los modelos directivos, los egos y los conflictos de autoridad versus talento. Y por supuesto se vio claramente cómo las programadoras antes de la privatización de la TV, tenían que cuidarse de cada palabra que decían para evitar censuras o la no renovación de sus concesiones en la siguiente licitación.

La serie falló, eso sí, al mostrar la tecnología de la época, pues se veían portátiles modelo 2003 en 1988, o televisores noventeros en los 80 en la casa de Tuto. Detallitos. Faltó más copete de Alf también.
Lo triste es que el país lloró la muerte de Garzón pero no le interesó ver cómo fue su vida.

Es triste porque en su enfrentado “La mamá del 10” siempre salía una mujer de pelo estridente, voz chillona y sin ninguna gracia, gritando y haciendo cualquier cantidad de muecas y movimientos burdos que ni siquiera son propios de un ser humano real. En cambio la actuación de Santiago Alarcón fue impecable. Era ver al propio Garzón y a todos sus personajes bien hechos. Pero la gente prefirió a la gritona inverosímil.

La vida de Marbelle tuvo en su momento más impacto y triplicó en rating a Garzón con un promedio de 16,7 puntos, hasta ahora la biografía para TV con mayor audiencia, dejando la historia del humorista en el puesto 23.

A Dios gracias existe internet y la serie se puede ver completa de nuevo. Un documento imperdible para quienes queremos ahondar en la historia de la industria de nuestra TV.

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